24.7.15

Caetano ascendente

Unos años antes de que se publicase el libro Verdad tropical en España, me trajeron de Brasil el original de Caetano Veloso, Verdade tropical, que leí con entusiasmo y fui prestando a mis amigos brasileñistas. Uno me dijo: "Qué cosa más extraña, es una autobiografía ascendente". Es cierto. Al contrario de lo que suele pasar, no se sume en melancolías ni autocomplacencias, ni se enreda en agravios, ni desemboca en un colchón: se mantiene vibrante, evolucionando con elegancia, refinándose y abriéndose; al final hay más vitalidad aún que al principio. Caetano la escribió cuando tenía cincuenta y cinco años. Ahora, con setenta y tres, ha actuado en Madrid junto a su amigo Gilberto Gil, de su edad. Celebran que hace cincuenta años que se dedican a la música: un siglo entre los dos, como han titulado la gira.

Yo ya los había visto juntos en el carnaval de Bahía, en febrero de 2001, pero el martes por la noche, en el Teatro Real, me acordaba sobre todo de los otros conciertos de Caetano Veloso en Madrid en los que estuve: los de 2000, 2002 (sobre todo los de 2002) y 2003, en el ambiente más veraniego del Conde-Duque. El aire de aquellas otras noches de julio entró también en el teatro, por mi cabeza, y la música sonaba en una suerte de estéreo temporal. Las entradas eran muy caras. Al final fui porque una amiga me semi-invitó. Aun así, pagué mucho. Pero en un momento me dije: ¿cuánto les debo yo a estos dos hombres? El bien que le han hecho a mi vida, y la belleza y la alegría que le han aportado, no tiene precio, ciertamente. Me hace gracia ahora que la primera canción que Caetano Veloso que escuché, cuando me aficioné en 1989, fuese la de "dinheiro não, beleza pura"...

Hace algo más de un año, Caetano escribió un importante artículo en el diario O Globo, "Só e sozinho", en el que les recordaba a los brasileños las conquistas de la ligereza y la alegría (la alegría ligera: comparten raíz) que aportó la bossa nova, y que se andaba malbaratando en las vísperas del Mundial de fútbol por el esnobismo ideológico (la expresión la pongo yo). Celebraba dos canciones fundacionales, sobre todo la segunda esta vez (de la primera ya había hablado mucho): "Chega de saudade" y "Chora tua tristeza". Ese chega brasileño significa basta: basta de nostalgia. En esta música se despide a la saudade y a la tristeza al mismo tiempo que se la acoge y se la mantiene. Son canciones vitalistas con un aroma de añoranza. Por eso la alegría brasileña es la más resistente: porque lleva dentro la tristeza. Como cantan Caetano Veloso y Gilberto Gil en "Desde que o samba é samba": "el samba es padre del placer / el samba es hijo del dolor...".

El gran André Breton, fundador del surrealismo –movimiento al que siempre le he visto concomitancias con el tropicalismo– defendió en Signo ascendente las analogías que elevaban contra las que rebajaban. Ponía un ejemplo zen: "Por bondad budista, Basho modificó un día, con ingenio, un haiku cruel compuesto por su discípulo Kikakú. Este había dicho: 'Una libélula roja, / arrancadle las alas: / un pimiento'. Basho lo sustituyó por esto: 'Un pimiento, / ponedle alas: / una libélula roja". Así la música brasileña. Así Gilberto Gil y Caetano Veloso.

[Publicado en Zoom News (Montanoscopia)]