30.6.15

Niño (¡niñatos!) viejos

Dice la leyenda que Lao-Tsé, fundador del taoísmo, nació viejo. En la tradicion china esto quiere decir que nació sabio. Aunque no se sabe casi nada de su vida, siempre he entendido (lo habré llegado a leer, sin duda) que además de la sabiduría poseía las virtudes del niño: el amor por el juego, la flexibilidad, el vivir en el presente. Fue un "niño viejo", con lo mejor de las dos edades. Encaja, porque su filosofía taoísta es así.

En esta confluencia de lo viejo y lo nuevo no he dejado de pensar desde que se afianzaron en Europa el partido español Podemos y el griego Syriza, cuyos líderes Pablo Iglesias y Alexis Tsipras gustan de fotografiarse juntos, en plan foto de las Azores pero en el Peloponeso (denunciando a la troika no de poseer, sino de ser un arma de destrucción masiva). Solo que en ellos la confluencia de lo viejo y lo nuevo no se da como en Lao-Tsé sino al contrario: son niños viejos con lo peor de las dos edades. Más que viejos, momias. Más que niños, niñatos.

Se presentan como nuevos, como nuevos partidos que hacen o van a hacer una nueva política. Pero se trata de una novedad por decreto, predicada solo de quienes la dicen: un puro ejercicio narcisista que, en la práctica, no es más que una mezcla de adanismo e infantilismo. Estamos aquí como si no hubiera habido nadie antes. Y ahora lo vamos a hacer todo desde cero por nuestra cara bonita. Y si te opones eres un facha, un esbirro del sistema, un mafioso. Así habla el pequeño Calígula que todo niño consentido lleva dentro.

La que Syriza y Podemos hacen, al cabo, es la política vieja de los que no están escarmentados por la historia. Los difíciles equilibrios que suponen esta España y esta Europa, para ellos no tienen valor. Sueltan burradas como no se soltaban desde la primera mitad del pasado siglo. Las que acabaron en una guerra civil y dos guerras mundiales. Esa mezcla de pomposidad retórica, envalentonamiento e ineficacia que siempre ha sido explosiva. Iglesias y Tsipras van de nuevos, pero su ufanía inconsciente, ignorante, me produce un spleen como los de Baudelaire: "Albergo más recuerdos que si tuviera siglos...".

[Publicado en Zoom News]