22.5.15

Lledó con su ausencia

Tiene sentido que en esta semana protagonizada por los indecisos aparezca en los periódicos un filósofo, para el que todas las jornadas son de reflexión. Aunque no aparece por eso, sino por una de las tres razones (premio, aniversario o muerte) por las que la prensa se resigna ya a sacar a estos hombres. Ella es la gran beneficiada: gracias al premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades otorgado a Emilio Lledó, puede abrirle sitio a este entre los candidatos, que son antifilósofos por naturaleza. El contraste es aproximadamente brutal. (Como efecto, quizá se incrementen los indecisos).

Lledó es un hombre admirable, aunque en mi admiración por él hay algún reparo. Admiro, naturalmente, su dignidad, su ejemplo. Y su labor filosófica: su dedicación a los griegos, con rigor alemán (infrecuente en España), al lenguaje y a la defensa de la educación. Es un humanista en sentido pleno, lo que supone siempre una riqueza. Mi reparo viene por su tono, que encuentro meloso, un pelín cursi a veces y con un efluvio sacerdotal, de predicación. A mí el contenido de sus prédicas me gustan, al fin y al cabo son por la libertad, por la democracia, por la cultura o por la felicidad serena de Epicuro; pero el hecho de que suenen a prédicas me deja un resquemor.

Mi Lledó ha sido en los últimos años el de sus conferencias de la Fundación Juan March, que suelo ponerme cuando paseo. De este modo parece que caminara escuchando a un maestro por paisajes mediterráneos parecidos a los de Sócrates, Platón y Aristóteles. Por otro audio de la Fundación supe también la tragedia de su vida, la misma que la de otro espíritu delicado, Julián Marías: la pérdida temprana de la esposa a la que se amaba, la viudez prematura. Lo contaba Joan Margarit en su recital, antes de leer su poema inspirado en "Filòsof en la nit" [Filósofo en la noche], inspirado en Lledó (min. 23). Me impresionó este verso, en la traducción española: "Amo más que a nadie, junto a mí, tu ausencia".

Desde ahí, su filosofía ha sido un regalo, y mis reparos poca cosa. Celebramos el premio.

[Publicado en Zoom News]