24.3.15

El voto sentimental

Parece que el gran misterio es de dónde salen los votos del PSOE en Andalucía. Yo lo sé. Mi padre votaba siempre al PSOE. Mi madre lo siguió votando el domingo, en las primeras elecciones sin mi padre. Enfermo, todavía fue a votar en las europeas. Al PSOE. Siempre al PSOE.

Yo nunca he votado al PSOE. Lo habría hecho en 1982, como todo el mundo, pero era menor de edad. Creo que lo habría hecho también en 2004 (equivocándome), pero me encontraba fuera de mi circunscripción y ni siquiera había solicitado el voto por correo (mi costumbre entonces era abstenerme). En homenaje a mi padre, me había propuesto votar por primera vez al PSOE este año: un voto aislado, sentimental; para que no se notase en el cómputo su ausencia. Pero lo decidí pensando que iba a ser en las municipales, que el PSOE tiene pocas posibilidades de ganar aquí en Málaga. (Y aunque las ganara: habría en mi voto un eco del gran alcalde del PSOE que fue Pedro Aparicio, que murió también el año pasado).

Pero se han interpuesto las elecciones a la Junta y ahí ya sí que no. Imposible el voto sentimental para un partido que, como recuerda mi amiga Berta González de Vega, cumplirá durante esta legislatura "un franquismo" en el poder. Berta, por cierto, que viene de familia de profesionales ilustrados (su padre es un gran cirujano), es de las que dice que no conoce a nadie que vote al PSOE. Por estas cosas veo que está bien puesto el "desclasado" con el que me autodenomino ahí arriba. Me medio salí de mi clase, pero sin entrar en la otra, con la que sin embargo me comunico. Esta situación es inestable, incómoda, ruinosa en último extremo; pero al menos mi perspectiva es variada. Para escribir sirve.

Para mis padres, que venían del pueblo y se trasladaron a la ciudad cuando se casaron (trabajos agrícolas, sus labores, en la construcción, en la fábrica), el gran acontecimiento fue votar. Él nació en 1933, ella en 1940. Conocieron el hambre y la pobreza. La explotación. El abuso de los señoritos. Sufrieron también el poder y la impunidad de la dictadura. Después no les fue mal del todo, fueron a la par con el país: conocieron el desarrollismo de los sesenta, el médico "del seguro" y la enseñanza pública para sus hijos (yo soy el primer universitario de mi rama familiar), que ya no pasamos necesidades.

Por alguna razón, votar y votar al PSOE fue lo mismo para ellos desde el principio: lo hacían con la misma alegría, con el mismo alivio, con el mismo orgullo y supongo que con la misma venganza. No había tradición política en la familia: ningún antepasado del PSOE, ni del PCE. Si escogieron el PSOE fue porque se trataba de la izquierda moderada: una izquierda sin estropicio; y este anhelo indudable de estabilidad es el que, al cabo, se probó con la estabilidad de ellos en ese voto.

Hay, sin duda, herencia de la falta de cultura democrática. Como si la democracia hubiese ofrecido la posibilidad de apoyar a un partido y, una vez escogido el partido en cuestión, ya no moverse de ahí. Hiciesen lo que hiciesen sus gobernantes, y permaneciese en el poder los años que permaneciese. Se me ocurre que fue una especie de pacto matrimonial trasladado al terreno electoral. Tras la consumación de la primera vez que votaron al PSOE, se trataba de ser fiel, con un lejano temblor placentero de la noche de bodas.

Yo me he enfadado mucho con ellos, naturalmente. Me cabreaba que no supiesen ver que, hoy en día, son los socialistas andaluces los que ocupan en muchos terrenos el lugar de los señoritos. Y cómo han usado, y con qué falta de respeto han tratado, a los votantes incondicionales que son como mis padres. Pero en realidad basta mirar al PP andaluz para entenderlo casi todo. ¿Cómo iban a votar al PP andaluz? El que quiera saber por qué hay gente que vota al PSOE en Andalucía, que no mire al PSOE, sino al PP. Es mi consejo de desclasado.

[Publicado en Zoom News]