31.10.13

La columna 106

Zoom News cumple un año. Recuento en mi sección A ver qué pasa y resulta que tengo 105 columnas. Esta es la 106. Nunca había hecho nada tan seguido en mi vida, después de perder el tiempo. A una amiga que no suele gustarle lo que escribo le he dicho que me impresiona, al menos, la labor de albañilería. Haber tendido un acueducto a lo largo de cincuenta y tres semanas, por el que corren las aguas de la actualidad, habitualmente turbias.

El que mis columnas salgan los martes y los jueves implica que mis lunes y mis miércoles sean días de fracaso. Así este año entero. Cuando las picoteo tiempo después, la sensación se atenúa. Pero en el momento del envío, cada columna escrita lleva adosada, de manera abrumadora, la columna que no se pudo escribir. Porque no se supo o porque (como sucede en el periodismo) no hubo tiempo. Esto último fastidia bastante, pero al cabo se acepta como justo: que la escritura se vea aquejada de lo mismo que la realidad... Aquello que secretamente anda estropeado en la columna es lo que nos da materia para escribir.

El tono tampoco termina de dejarme satisfecho, porque me debato entre la indignación universal (de la que no se salvan ni los indignados) y el convencimiento de fondo de que es bueno mantener las formas; tanto más en los periodos de descomposición como el que vivimos. Pero tengo la sangre caliente, siento urgencia por las síntesis y me lo paso pipa faltando. Fernando Savater, en su artículo “Dando caña” de hace unos días, reflexiona sobre esta actitud, con acierto. La única salida que yo he encontrado, de momento, es la de no dejarme emborrachar por ese impulso; y la de autodesactivarme de alguna manera mediante la exageración. Lo que digo no dejo de decirlo, efectivamente; pero quisiera que se apreciase que va teatralizado.

La incomodidad de escribir, por último, ha ido acompañada de la felicidad de leer. Al final, este año de columnista me ha servido para admirar más a los columnistas a los que ya admiraba; y para reconocer el mérito, siquiera fabril, de los demás. Haberme enfrentado a la misma actualidad de todos y haber comprobado, desde dentro, cómo la han ido despachando. Qué limpias, como mínimo, las columnas de los otros: en ellas no se ve la sombra de lo que no fueron.

[Publicado en Zoom News]