19.9.13

¡Silencio, se rueda!

Esa frase habitual del mundo cinematográfico parece haberse instalado en la vida catalana. ¡Silencio, se rueda! ¡No entorpezcan con sus voces la superproducción del independentismo! Aquí solo es admisible lo que viene en el guión. Lo que se salga de él no es bienvenido, sino repudiado. Improvisadores o discordantes: go home! Ah, ¿que esta es ya su casa? Pues entonces, cállense.

Fernando Savater suele repetir que “los intelectuales son como las putas: viven de gustar”. Y en contextos tan abrasivos como el que se da hoy en Cataluña, los que saben que no van a gustar procuran no disgustar al menos. Algo que les estropearía considerablemente la vida. Uno a uno, están en su derecho de preservar el confort, y desde luego no se trata de afearle la conducta a nadie en particular. Pero cuando la opción del silencio es tan unánime, cabe sospechar del ambiente que empuja a ella: restándole desenvoltura. Convirtiéndose, casi, en coacción.

Recientemente ha habido dos artículos espléndidos que señalaban el problema, cuyos títulos lo dice todo: “Un silencio elocuente”, de Elvira Lindo, y “Mejor calladitos”, de Manuel Cruz (continuación de otro también espléndido: “Teoría de la olla a presión”). Un ejemplo de lo que puede pasarle al que estorba en el rodaje es la respuesta a la sensata reflexión de Javier Cercas en “Democracia y derecho a decidir”. Un cenutrio de El Punt Avui se aprestó a indicar, como los antiguos inquisidores, que su sangre no es limpia: “catalá d’origen extremeny”, le llama. Y aquí asoma el tema del que va este bodrio.

Es una auténtica desgracia que la que fuera nuestra región más avanzada, la que nos abría a Europa, tenga desatadas las semillas que pueden convertirla en la más retrógrada. La consecuencia del nacionalismo, por lo pronto, está siendo convertirla en la cepa hispánica más recalcitrante. Se ríen mucho del Nodo, pero lo que hacen ellos es lo que más se le parece, con sus niñitos patrióticos y el ahogamiento de las voces discrepantes. “¡Silencio, se rueda!”, sí. Pero no solo una película: también se rueda cuesta abajo.

[Publicado en Zoom News]