12.9.13

Esperando a los fascistas

Menos mal que los fascistas aparecieron al final en la Diada, y justo donde tenían que aparecer: en Madrit. Espero que los nacionalistas catalanes se fijaran bien, porque esos son fascistas. A diferencia de todos aquellos a los que los nacionalistas catalanes tachan continuamente de fascistas y no lo son. Uno de los problemas del nacionalismo catalán –y también del vasco–, lo que hace que el diálogo resulte en realidad imposible, es que su interlocutor ha muerto.

Ellos no se están dirigiendo, en solicitud de diálogo, a la España de hoy, a la institucional y mayoritariamente democrática, sino a la España del franquismo: una España que no puede hablar porque está muerta; por más que del cadáver rebroten de tarde en tarde veinte descerebrados como los de ayer. Paradójicamente, estos impresentables que aparecieron con gritos de (¡en efecto, por una vez!) “nacionalismo español”, echando al suelo la bandera catalana, zarandeando, insultando y lanzando gases, son los verdaderos interlocutores de los nacionalistas. Y tanta necesidad tienen de ellos, que nos los superponen a quienes no lo somos: echándonos, literalmente, el muerto encima.

Condenamos (¡faltaría más!) a los mastuerzos, y nos solidarizamos con los asistentes al acto de ayer que se llevaron el susto. Pero no podemos olvidar la cantidad de veces que los nacionalistas catalanes y vascos han saboteado actos públicos con sus rebuznos y sus amenazas. Y ya que Blanquerna es una librería, tampoco está de más recordar la campaña de ataques que sufrió la librería Lagun de San Sebastián, llegando ETA incluso a pegarle un tiro en la cara al marido de la librera. Ahora habrá mucha rasgadura de velo por los veinte fascistas de Madrid, pero el Ayuntamiento de San Sebastián, en manos de los correligionarios de los fascioabertzales de aquellos atentados, se sumó a las celebraciones independentistas catalanas. Sin que nadie de la cadena –que se sepa– reprobase tan sucio apoyo.

Pero los independentistas esperan a los fascistas, como los griegos decadentes de Cavafis esperaban a los bárbaros. Los fascistas, al fin y al cabo, serían una solución. Ellos podrían darles la épica que, en su ausencia (o en su escasez: porque algunos, como se ve, terminarán apareciendo) va a faltarles. La independencia catalana se producirá probablemente, pero sin guerra (¡por fortuna!). Será más bien algo oficinesco y gris, como los expedientes que caducan, y que va a quedar prosaico en las estatuas. La única alternativa que les queda para la emoción es tirar por lo infantil: poner a adultos jugando a boy scouts y montar cadenas chupis, en plan Walt Disney.

[Publicado en Zoom News]