22.8.13

Mi único éxito en bricolaje

Con mis inutilidades podría hacerse una enciclopedia, y en ella el tomo más abultado sería el del bricolaje. De entre todas las cosas que no sé hacer, la que menos sé es hacer cosas. Decía Cioran: “¿Fundar una familia? Me sería más fácil fundar un imperio”. A mí me sería más fácil fundar un imperio, y una familia incluso, antes que arreglar el grifo, poner un enchufe o construirme una estantería. Esta última, aunque la hubiese traído de Ikea. Para mí las instrucciones de esta empresa de muebles rápidos (tan claritas, según muchos) son como crucigramas en sueco. Habría más probabilidades de que la estantería la montara el mono ese que escribe el Quijote al azar, si se le da un tiempo infinito, que yo, aunque se me dé un tiempo el doble de infinito. Por lo demás, no tengo nada en contra de este landismo de las tablas que se ha adueñado de los españoles. Me limito a constatar que, si fuera por mí, la república independiente de mi casa estaría tan manga por hombro como nuestra monarquía.

La toalla del bricolaje la tiré, pues, hace mucho tiempo. Di por terminada la carrera de fracasos que empezó con la asignatura de Trabajos Manuales en la escuela. Pero de pronto me encuentro con que hay algo que sí me sale, con lo inútil que soy: fabricar independentistas. Es algo que me vienen repitiendo en los últimos años, así que debo de llevar bastantes. Aunque solo ahora me he parado a pensarlo, con emoción. Me los imagino como soldados chinos de terracota, y si existiera la máquina del tiempo se los llevaría a mi maestra para que me aprobara por algo más que por lástima. O puede que me diese un aprobado raspado, porque esta rama del bricolaje en realidad es sencilla. Resulta llamativo lo fácilmente que los independentistas se dejan fabricar. Son como las palomitas del microondas, que basta calentarlas un poco. O como si un ropero se montara solo únicamente con agitarlo.

De todas formas, me gustaría saber qué independentistas en concreto he fabricado yo, para ponerles una firmita: al fin y al cabo, el independentismo de ellos es obra mía. Como es obra de España, por lo visto, el independentismo catalán en general. Algo con una consecuencia suculenta, que no suele resaltarse: la Cataluña independiente sería un producto de fabricación española, que debería llevar en algún rincón de la bandera la frase Made in Spain. Algo que, de paso, les vendrá de perlas a los independentistas para seguir ejerciendo el victimismo después: lo mal que les vaya será culpa nuestra. Por defecto de fabricación.

[Publicado en Zoom News]