20.8.13

Empieza la Liga: se acabó

El presidente Rajoy puede respirar aliviado (con o sin puro): ya ha pasado el periodo más complicado del año, esas semanas mortales que van de la última pedalada del Tour al primer balón de la Liga. Complicadas para él y para la mayoría de los españoles. A mí aún me queda una semanita, porque, como el fútbol me la suda, debo esperar al comienzo de la Vuelta. Yo tengo unificado mi modo de salvamento, y va de pedalada a pedalada, sin que se cuelen balones. Aunque, como la tiranía del fútbol es tan atosigante, también me alcanzan inevitablemente, en forma de balonazo.

El último ha sido la noticia misma de que la Liga empezaba. Iba yo despistado y me ha caído, no como un jarro de agua fría, que en esta época se agradece, sino como una olla de agua hirviendo. ¿Ya? Pero si no hace ni... El fútbol es ese pesado del que, alucinantemente, el público siempre pide más. Los antifutboleros llevamos años soñando con que un día aburra y se agote, que se le fundan los plomos. Pero no hay manera. Aguanta y antes nos fundiremos nosotros. Me produce hastío póstumo saber que moriré y el balón seguirá rodando. (Que lo sigan haciendo las bicicletas no está garantizado).

Una de las grandes paradojas de nuestra izquierda (¡y son ya tantas!) es la de haber prestigiado el fútbol: es decir, el verdadero opio del pueblo. Vázquez Montalbán, Eduardo Galeano y muchos otros decidieron pasar el “mientras tanto” marxista (ese periodo de espera de la revolución) cantando goles e insultando al árbitro. Nuestros nacionalistas hacen igual: quieren romper España, pero no la Liga. Y la única opción que le queda ya a la unidad nacional de ganar el referéndum es que se incluya clarito el tema en la pregunta. Pero a los que nos fastidia el fútbol nos da igual. Nuestro destino no es otro que el de ser apátridas: nunca tendremos la patria sin fútbol que anhelamos.

[Publicado en Zoom News]