16.7.13

La política es una manta larga

Mis conocimientos futbolísticos se reducen a una frase que cuando la digo en la barbería o en el ascensor hace mucho efecto: “El fútbol es una manta corta”. Se la escuché una vez a Valdano (aunque veo ahora que es del brasileño Tim), y aunque mi interlocutor la conozca, no por ello deja de celebrarla. Uno de los placeres de la charla futbolística estriba en la repetición. Un equipo, pues, no logra cubrir simultáneamente todo el campo, y si se lanza al ataque, descuida la defensa, y al revés. Hay que hacer juegos malabares con la manta para no pasar frío.

Con la política ocurre justo lo contrario: es una manta larga, que normalmente lo cubre todo. Su extensión es suficiente como para que debajo se pueda vivir muy calentito, sin que se resfríe ni un meñique. La vocación de la democracia es la transparencia, pero los juegos del poder suelen ser maniobras (más o menos orquestales) en la oscuridad. Los intentos de tirar de la manta desde fuera para ver lo que se cuece dentro suelen ser infructuosos, porque la manta es larga, como digo, y además suele tener buenos guardianes.

La única novedad sucede cuando se levanta desde dentro. Hay también un edredoning de la política que, a diferencia del de los concursantes de Gran Hermano, no es fruto del amor sino de la guerra. Percibimos agitaciones y turbulencias que son como un terremoto de navajas. Por lo general, las cosas se arreglan en el interior y la manta vuelve a calmarse. Pero en ocasiones alguien sale despechado y tira. Es lo que ha pasado con Bárcenas, que tras el edredoning, ha entrado en el confesionario y está cantando todo lo que no va a poder Plácido Domingo en el Teatro Real. Esta ópera, por cierto, tiene algo en común con la de Bárcenas: en Il postino [El cartero] también hay sobres.

[Publicado en Zoom News]