28.5.13

Aznar, valor seguro

Recuerdo que cada vez que empezaba una nueva etapa en la radio Jesús Quintero, el Loco de la Colina, llevaba como invitado a José Luis Sampedro, porque hablaba y hablaba y le hacía la entrevista sola. El Loco aprovechaba para romper el hielo con su propia silla y acomodarse en el puesto. El efecto más sintomático de la reaparición del expresidente Aznar la semana pasada tuvo lugar en las páginas de un periódico, El País. Ningún columnista lo tuvo más difícil esos días que el sustituto de Maruja Torres. La marcha de la veterana periodista le había dejado al que ocupara su sitio un gran escaparate, pero también un marronazo. Los lectores comunes no supimos quién era hasta comenzada la madrugada del miércoles al jueves. Entonces vimos el nombre: Jorge M. Reverte. Título de la columna: “Aznar e Irak”. Había decidido romper el hielo con un valor (un calor) seguro.

La amenaza del regreso de Aznar ha tenido varios efectos interesantes. El primero, obviamente, el del miedo en su propio partido. Si pretendía ser un iceberg que hundiera el actual PP, se ha encontrado con que Rajoy y los suyos forman un bloque igual de gélido como mínimo. Quizá sean una modalidad de hielo blanda y escurridiza: pero igualmente fría. Al expresidente lo han tratado los suyos (¿los exsuyos?) con tal frialdad, que ahora va por ahí como Walt Disney congelado. Regresar al poder no va a ser una travesía del desierto, sino de la Antártida.

Otro efecto ha sido el de las críticas desmitificadoras por parte de analistas que no pertenecían al antiaznarismo oficial, y por eso han de ser más tomadas en cuenta. Los dos mejores ejemplos son la de Arcadi Espada, que desmonta el mito del Aznar estadista; y la de José García Domínguez, que hace lo propio con el del Aznar beneficioso para la economía. Estas críticas han sido como un striptease impuesto: son otros los que lo han desnudado de sus ropajes de gloria, según el conocido procedimiento de señalarlo: “Aznar va desnudo”. Lo cual, por otra parte, tiene para Aznar una ventaja y una desventaja. La ventaja, que así puede lucir los ladrillitos de su abdomen. La desventaja, que esos ladrillitos nos recordarán la burbuja inmobiliaria.

Pero la felicidad ha estado en el sector antiaznarista propiamente dicho: el que antes he llamado oficial y que también podría ser llamado parroquial. Las aguas morales se abrieron como en aquellos tiempos y el bien y el mal volvían a estar satisfactoriamente separados; acompañado quizá de una promesa de bolsillos llenos. A este resguardo (el de Aznar como malo puro) es al que ha querido ponerse el sucesor de Maruja Torres. Encontrándose con dos que sí siguen en el periódico, porque ellos no enfadan al patrón: Juan José Millás y Juan Cruz. Ha sido bonito leerlos como cuando entonces. Antes de que vuelva Aznar, ha vuelto el antiaznarismo. Debería ser este el encargado de darle calor.

[Publicado en Zoom News]