27.5.11

Integridad

Sobre lo que escribí ayer tiene que ver la cita de José Emilio Pacheco que encabeza este segundo tomo de la biografía de Luis Cernuda:
En guerra contra el mundo, sin otros poderes que los de la poesía, Cernuda demostró algo que jamás aprenderemos: una de las formas de grandeza alcanzables por el escritor es quedar mal con todos, hacer las cosas para que no le gusten a nadie. De este modo, Cernuda vivió en una arisca soledad, cercada de rencor por todas partes: legítima defensa de un ser vulnerable en extremo, de un caído en el infierno que acepta el mal y, al expresarlo, lo conjura.
Cernuda es un republicano desilusionado de los comunistas, que lee Retour de l'URSS de André Gide cuando otros aplaudían a Stalin (y lo seguirían aplaudiendo durante lustros, para luego hacerse los tontos). Cuando hoy tenemos que tragarnos tanta basura sobre la, así llamada, memoria histórica, Cernuda ya posee en el verano de 1938 la mentalidad que, cuarenta años después, propiciaría la Transición. Ese verano surge el rumor de que un pacto entre los combatientes va a terminar con la guerra civil, y Cernuda le escribe a su amigo Rafael Martínez Nadal:
Mi querido Rafael: ¿Has leído las declaraciones de Franco? No sé si los periódicos de ahí reproducirían unas declaraciones de Vayo a un periodista de L'Oeuvre. Chico, creo que el pacto está en puertas. Tengo una alegría enorme. Creo que pronto podremos volver a España. Lo horrible es pensar en los muertos, para después llegar a lo mismo aún alegrándonos de volver a lo mismo, porque ésa es la única solución posible. Y Federico... Cuando me acuerdo de esto siento remordimientos por alegrarme del fin de la guerra y de la vuelta a España. [...] Si este pacto que se vislumbra es cosa segura, yo regresaría sin perder tiempo.
Esa es la actitud limpia: vital y trágica; no las monsergas puritanas de hoy, efectuadas normalmente por los sucios. Ese anhelo de pacto no es incompatible, sino justo lo contrario, con la integridad: son dos ramas del mismo tronco. En la biografía hemos asistido a las penurias de Cernuda por Inglaterra y París, cómo busca pequeños trabajos de supervivencia. Martínez Nadal al fin le consigue algo: una colaboracion mensual en la revista Blackfriars, de los dominicos de Oxford. Pero Cernuda la rechaza:
Lo que no podría decidirme a aceptar sería la publicación en esa revista. No por ser católica, en modo alguno, sino por tener un partido en la guerra de España. ¿Comprendes lo que siento? No soy capaz de odio hacia otros españoles, pero por eso mismo quisiera mantenerme fuera de cualquier bando. Aparte de que si aceptara, muchos podrían interpretarlo como un intento mío de abandonar a los casi vencidos por los vencedores. Bastante he sufrido en España y pocos o ningunos miramientos debo allí a nadie; al contrario, injusticias es lo que les debo. Pero está demasiado cerca mi salida de España, y los republicanos en demasiada mala situación para que esa colaboración pareciera poco generosa de parte mía.
Como decía Breton: "Parece ser que hay un modo más o menos digno de conducirse, y basta".