24.9.10

La china popular

El mejor chiste de chinos me lo inventé yo; aunque hace tanto tiempo y lo hemos contado tantas veces, que puedo estar equivocado. Es muy simple: "¿Cómo se dice garçon en chino? Chavalín". Se nos ocurrió en el restaurante al que solíamos ir en Fuengirola, una noche que no sabíamos cómo llamar al camarero. De paso, a aquel chico se le quedó de mote "el Chavalín". El menú era baratísimo, no llegaba a trescientas pesetas, y retrospectivamente nos hemos asustado al pensar qué nos estaríamos comiendo bajo las amables formas del rollito de primavera, el cerdo agridulce o el chop-suey. Entonces no importaba. Entonces primaban las risas. No estuvieron mal los noventa, pienso ahora. Fue el decenio de nuestra treintena. Yo creía que íbamos madurando bien. Pero algunos de nosotros ha resultado que estaban ya en un proceso de embrutecimiento irreversible. La cuarentena –esto lo he aprendido a posteriori– es la edad en que se destapa el parásito, el trepa, el ciniquillo. Si hubiésemos sido políticos, estarían copando ya subsecretarías. Y de algún modo las están copando: las subsecretarías de su propia miserabilidad.

Pero yo quería hablar de los chinos. He pensado en ellos esta tarde porque he visto a una china preciosa. Caminaba por delante de mí con un vestido rojo, corto y que marcaba sus carnes. Era una china con carnes: una china jamona, como Gong Li. Iba seria y altiva, y yo detrás, observándola. Ha llegado entonces a una calle que debía de ser su calle, porque se ha parado a saludar a un anciano con familiaridad. Mientras hablaba con él, otra vecina que cruzaba le ha dirigido un saludo. Y después otra. A las dos les ha respondido con soltura, sonriendo. Las otras también le habían sonreído. Se veía que la china era la reina del barrio. Parecía una película de Marisol, en que la china fuese Marisol. He pensado que no es frecuente que los chinos sean tan expansivos. El Chavalín era expansivo (nos suministraba sus sospechosos menús expansivamente). Y esta china malagueñizada también. Era, definitivamente, una china popular. ¿Sería ya una de esas chinitas adoptadas, que ha crecido? No sé, pero he pensado también en ellas, en las chinitas adoptadas. Son niñas guapísimas, y serán adolescentes y mujeres guapísimas. La textura de España se volverá más sofisticada. Nos pillará viejos ya, y las miraremos. Nuestro verde y su amarillo, como la bandera de Brasil.