31.12.08

El desastre anual

Alcazarquivir.— Alcazarquivir es el nombre de una derrota, el final de un periplo que empezó en Arcila: desaparecieron el capitán Aldana y el rey don Sebastián; comenzó el sebastianismo. También algo de mí ha desaparecido allí. Marruecos y los fracasos personales. El de Rick, en Casablanca, también. (Estos días se ha estrenado una película sobre los bajos fondos de esa ciudad: Casanegra.) El desastre de Annual: el desastre anual. (Aunque estoy contento: he perdido brillo, y quizá también brío; pero me he aquilatado, he quemado hojarasca —y le he quitado polvo a mi brújula.)

Otra estación.— Volví a Asilah el viernes 26, tres meses después de lo que pensaba al partir. Dejé la ciudad a finales del verano y la reencontré a principios del invierno. Me perdí el otoño, pero detecté sus signos: el apartamento olía a humedad (más fuerte en el cuarto, por las mantas), los palillos de tender estaban herrumbrosos, la miel de Agadir se había cuajado; las fachadas atlánticas de la medina se habían vuelto sucias, con chorreones amarillentos (entendí que las encalan cada primavera); la puesta de sol ya no podía verse desde la muralla, sino que tenía lugar más al sudoeste (estos días la esperé desde el baluarte y el malecón, pero siempre hubo nubes totales o parciales).

Los días no fumados.— Pero la huella más palpable de estos meses se encontraba en mis puritos: los de la caja que me había dejado empezada estaban como mojados, fríos, blanduzcos. Esos puritos, y los de las cajas sin abrir, iban a servirme para contabilizar mis jornadas en Asilah. Eran, pues, literalmente, el cadáver del tiempo que no pasé allí: las momias de mis días no fumados. (Me los voy fumando ahora y tienen sabor a destiempo: insípidos aunque con un regusto rancio; pero arden con gloria, aliviados de ser al fin brasa y humo, ceniza.)

Beneficios morales de la barba.—. Antes de partir pensé afeitarme la barba que me he ido dejando crecer por indolencia. Pero mi hermana me dijo que entre los musulmanes la barba es indicio de nobleza y bondad. Así que viajé con ella, por aprovecharme de sus ventajas morales. No sé si ha sido por la barba o porque ya me conocían del verano, pero el caso es que los dueños de las terrazas que más frecuentaba (las de Al Manar y el café de la Medina) se han estado sentando conmigo estos días a charlar. Ha sido muy agradable y he descubierto que al final sí hubiera hecho amigos allí. La noche del sábado fue la mejor. En mi mesa de Al Manar estaban el dueño y un camarero y fueron agregándose conocidos de ellos que pasaban. Al final me vi en medio de un grupo de siete u ocho marroquíes hablándose en árabe (con el dueño y el camarero dirigiéndome alguna que otra frase en español), yo allí con mi té y mi barba moral.

Oro puro.—. En este viaje he recurrido por primera vez en mi vida a los servicios de dos personajes arquetípicos: un limpiabotas y un porteador. Los dos resultaron ser maestros en su oficio. Lo del limpiabotas empezó por la palabra portuguesa que lo designa: engraxate. Me la había encontrado recientemente en un texto y no recordaba su significado. Me vino en Asilah, al verlo. Eso hizo que me fijara en él. En la terraza del café de la Medina le estaba limpiando los zapatos, con virtuosismo de violinista, a un francés. Mientras lo hacía miró mis pies, vio que conmigo no había nada que hacer, porque llevaba zapatillas deportivas, y se encogió de hombros con una sonrisa. Cuando terminó con el francés, se ofreció a la mujer que lo acompañaba, una dama bastante atractiva, con algo de Simone de Beauvoir, que llevaba (me fijé entonces) unos elegantes zapatos de tacón. Contuve el aliento, porque estaba a punto de producirse una escena de alta temperatura erótica (me acordé de mi amigo Losada, al que enamoran estos fetichismos), pero la francesa dijo non. Al día siguiente salí con mis zapatos de cuero negro, por si me volvía a encontrar al limpiabotas. Así fue. Me reconoció, se le iluminaron los ojillos al ver mi calzado, le dije que sí y asistí a su interpretación con una sonrisa maravillada. Todos sus movimientos eran precisos y estaban tocados por la gracia. Me acordé, mientras lo observaba, de la Señora Gorda de Salinger. Pensé también que un limpiabotas ha de ser bajito y ágil, como un jockey. Los zapatos quedaron perfectos. Duraron poco así, porque una hora después cayó un chaparrón que me los dejó embarrados: pero durante esa hora yo fui el individuo con los zapatos más limpios y relucientes del mundo. Al porteador lo contraté ayer, en el viaje de regreso. Se me acercó en cuanto bajé del taxi en el puerto de Tánger y tuve suerte: era el mejor. Su aspecto me recordaba al de uno de los forzudos de la banda de Robin Hood: el hombretón fuerte y noble de las historias de aventuras. Cargó mis bultos en su carretilla y los llevó en volandas hasta el muelle, subiendo y bajando rampas, recorriendo centenares de metros. Los descargó en el puesto 4, pero había una duda: el ferry podía atracar también en el 5, que estaba doscientos metros más allá. Faltaba una hora para que llegase, pero me aseguró que, si atracaba en el 5, volvería. Aunque yo ya le había pagado, le creí. Podía percibirse que a ese hombre le resultaba orgánicamente imposible la traición. Pasó la hora. El ferry se acercaba al puesto 5. Miré al muelle, y por allí venía corriendo con su carretilla el porteador. Me emocionó su nobleza: esa sustancia humana (oro puro) que escasea en los hombres, pero que justifica la especie.

Últimas lecturas del año.— Mis lecturas de Asilah han sido las últimas de este año. El único libro (librito) que he leído entero ha sido Nostalgia del Absoluto de George Steiner. Pero además he estado picoteando en El mundo de ayer de Stefan Zweig, Del inconveniente de haber nacido de Cioran y las odas de Ricardo Reis. Éstas las venía repasando desde principios de diciembre. Otras lecturas del mes: Dos mujeres en Praga de Juan José Millás (flojita, hecha sólo con los tics del autor), Ya sólo habla de amor de Ray Loriga (un bodrio), En Grand Central Station me senté y lloré de Elizabeth Smart (una joyita, que me mandó Cristina en fotocopias) y Ellas solas de Virginia Nicholson. Éste es un libro (editado por Turner) magnífico y tristísimo: uno de los más tristes que he leído en mi vida. Habla de las solteronas británicas de entreguerras y lo peor es que he debido de hacer una lectura adolescente (según la clasificación de Bértolo) porque mi identificación ha sido total: ¡yo soy una de esas solteronas! Me imagino los titulares: “Atleta Sexual es una solterona británica”. En fin. Pero esta noche, antes de las uvas y los cohetes, todavía leeré algunas páginas de un libro en el que me vengo deleitando desde hace tiempo: O óbvio ululante del inimitable Nelson Rodrigues, una recopilación de artículos memorialísticos publicados en Brasil entre 1966 y 1967, escritos con precisión, soltura, encanto y una pasmosa originalidad. La voz ideal para despedir el año.

25.12.08

El discurso de la Corona

Releyendo esta mañana el libro de Conversaciones con Jaime Gil de Biedma (El Aleph, 2002), me encuentro con este pasaje delicioso, y muy apropiado para el día después de Nochebuena. Pertenece a la entrevista de Benjamín Prado:

B.P.: Hablábamos antes de irracionalismo. Octavio Paz dice, en El arco y la lira, que el poema hermético proclama la grandeza de la poesía y la miseria de la historia.

J.G. de B: Pues, la verdad, realmente eso ya casi parece el discurso de la Corona...

Luego dice algo muy agudo sobre el poeta mexicano: "Octavio Paz es un crítico magnífico y un escritor tan brillante que, a veces, su brillantez va por delante de sus ideas y le juega malas pasadas". Pero mi momento favorito sigue siendo este cruce con Leopoldo María Panero (sitúense en 1977):

L.Mª.P.: Ten encuenta que la trampa en que hemos caído todos los poetas es que nuestro discurso, al no pasar por esta simbólica abstracta que rige la sociedad, no es leído, está proscrito simbólicamente por la sociedad y, por lo tanto, este discurso del inconsciente que es la poesía, la literatura y el delirio, ese discurso analógico...

J.G. de B.: Mira, yo estoy muy poco a la page; elabora tu discurso a otro nivel.

Volviendo a la entrevista con Prado, he aquí otra memorable respuesta, a la pregunta "Para usted son importantes los sentimientos, ¿porque son propios o como material poético específico?":

Para mí, lo son en cuanto materia bruta del poema, en el que puede haber todo el exceso de sentimientos que el poeta considere necesario exhibir, pero siempre que la voz que habla en el poema cree una especie de hiato que nos haga comprender que hay alguien ahí que no está completamente a favor de esos sentimientos. Con los sentimientos hay que ser imparcial, como con las percepciones. Generalmente, los poetas que creen que la poesía es, sobre todo, una cuestión de sensibilidad, suelen estar demasiado a favor de sus sentimientos. Yo no creo que un poeta necesite tener más sensibilidad de la que es normal en una persona cultivada de su país y de su época; lo que sí me parece imprescindible es que esa sensibilidad la tenga mejor organizada y sepa cómo funciona.

Siempre me encantó también esta autodefinición que se aplica, citando a Wallace Stevens: "Soy un poeta de domingo con conciencia de lunes".

21.12.08

Protección

Llevaba meses sin protección, desde que se estropeó el ipoide azul que me regaló hace tres años Jingle (¡otro de la lista de los ex amigos, especie creciente con la edad!); pero ahora tengo una bicoca, el iPod shuffle (45 € en el mercado), y vuelvo a estar protegido. ¡Qué cacharrito maravilloso! Del tamaño de una caja pequeña de cerillas, ultraligera, le caben doscientas cincuenta canciones, que pueden escucharse en orden o a voleo (¡a lo shuffle!). Yo le he metido, para empezar, los ocho discos del Songbook de Chico Buarque: ciento veintiocho temas ideales para el "modo aleatorio" (por más que se baraje, siempre sale un as). He de decir que estos meses han resultado espantosos, porque han sido los de la invasión de los acordeonistas. El acordeón, que es, según Bierce, "un instrumento con el instinto de un asesino". ¡Y yo desprotegido! ¡Y desprotegido también de las motos acuáticas de todos los veranos! ¡Y de los niñatos del horrísono tuneo! ¡Y del griterío merdellón! ¡Y del salseo y emeochenteo de los chiringuitos! La agresión acústica es incesante. Hay lugares en los que más o menos se puede estar... pero en el noventa por ciento suele haber un jaleo que los estropea. En Torremolinos, en Montemar Alto, han abierto un parque magnífico, con vistas al mar desde la altura. Un sitio minimalista, tranquilo, civilizado, perfecto para irse a leer... ¡pero el estólido alcalde Fernández Montes, ese delincuente estético, le ha puesto hilo musical! ¡Cada quince metros hay altavoces instalados en el césped semejando piedras! ¡Piedras que nos apedrean con música insufrible! Ni siquiera es "música de ascensor", más o menos aséptica e inofensiva, sino (¡lo juro!) cosas como Cantores de Híspalis, Los Del Río o ese Lombo, flamenqueo archicursi y chillón, aniquilante de atardeceres. Fui un par de veces y no volví más (la primera, al descubrir el engendro, perdí los estribos y me puse a patear una de las piedras: mis pies sufrieron menos que mis oídos). Pero ya puedo volver: embotellado en mi shuffle. ¡Ya pueden atronar las piedras-altavoces del alcalde! ¡Ya pueden berrear los acordeonistas! ¡Para mí están muertos! ¡O mejor: mudos!

17.12.08

La esperanza




Paraíso fue precisamente el título de la exposición que hizo mi amigo Gómez Losada en el año 2000. Esta tarde inaugura otra: La esperanza, que podrá verse hasta el 17 de enero en la galería Carmen del Campo, de Córdoba. El catálogo incluye un prólogo de Rafael Obrero Guisado, un poema de Pablo García Casado y tres textos del propio Gómez Losada, escogidos de su blog Cien ojos. En uno de ellos nos ofrece su idea del paraíso, suculenta:

Cuando pienso en el paraíso lo imagino nublado y con la hierba mojada. La palabra maleza no existe, tampoco ninguna jerarquía vegetal; no hay jardines ni animales domésticos. No hay dominio hacia otras formas de vida. Las mujeres tienen el pelo negro liso, con flequillo, casi todas iguales o con parecido de hermanas. Están descalzas, sólo llevan bragas blancas de algodón sin elástico, caídas por debajo del pubis, dejando ver a cada paso una vulva hermosa, de labios generosos y sin vello. Sus tetas son notablemente desiguales, divergentes, con los pezones oscuros manchados de leche. Son mujeres calmadas, sabias como madres, no narran lo que ven sino que lo interpretan; sonríen y me saludan desde el otro lado de la niebla. En el paraíso no hay demostraciones de superioridad (que es la inferioridad disimulada) porque todo el mundo es querido, valorado y cuidado. Se practican los bellos actos y las bellas palabras, ejercitando el espíritu, la emoción y la belleza. Al atardecer todos se asoman al mirador, esperando con entusiasmo la llegada de los que en la tierra todavía sufren alguna falta de amor.

Los dos cuadros que ilustran este post, y que Losada ha usado para las invitaciones, son espectaculares: por su tamaño (miden 146 x 456 cm) y por su hermosura definitivamente paradisíaca.

14.12.08

Paraíso

El jueves recibí de María José Rico su poemario Mi vida que no entiendo, editado por Renacimiento. Hacía frío y sol. Metí el librito en el bolsillo del abrigo y me fui al paseo marítimo. Allí, sentado en un banco, con el mar enfrente, lo leí. ¡Gratas brasas para el invierno! De entre todos los poemas, serenos y profundos, perceptivos, exactos, me gustaron especialmente dos: "Sylvia", sobre el suicidio de Sylvia Plath, y "Útero", que habla de la gestación. Entre ambos extremos del ciclo de la vida se tiende un hilo común: la muerte es presentada en el primero como un adormecimiento (provocado por el olor del gas, "dulce como la miel"), como un abandonarse ("Yo me dejo llevar, cierro los ojos./ Ahora todo es posible:/ la armonía, la luz./ Me hundo en la espiral/ que me lleva y me arrastra") que es como un regreso al útero materno. Y este es, entero, el poema "Útero":
¿Y qué me importa si soy como una nuez?
Mi grandeza reside en otro lado.

Dicen que soy un músculo, un elástico
de membranas mucosas. Sin embargo,
yo tengo el privilegio de albergar
el engranaje oculto y los secretos
que hay en la gestación de cada vida.

Dentro de mí no hay pena o sufrimiento,
tampoco humillaciones ni miserias.
En mi seno no existe la desdicha,
ni hay temor a perder a un ser querido,
y no sabe que no verá la luz
la niña que, al nacer, estará ciega.

Puedo decir, sin miedo a equivocarme,
que yo soy comparable al paraíso.

El título del libro, por cierto, procede de esta estrofa de Borges: "Pasan Cartago y Roma, yo, tú, él,/ mi vida que no entiendo, esta agonía/ de ser enigma, azar, criptografía/ y toda la discordia de Babel".

11.12.08

Cómo llegan los usuarios a mi sitio

No conviene envanecerse demasiado por el número de visitas que marca el contador del blog. Aunque sean muchas, la sección "Cómo llegan los usuarios a mi sitio" le baja a uno los humos de inmediato. Llevo un tiempo anotando qué frases mete el personal en el Google para desembocar aquí. Estas son algunas perlas (¡y algo habré hecho yo, después de todo!):

mamando pollones embarazadas
coñito de Susana Griso
hasta donde se la meten por el culo
chocho empolvados
mamen mendizabal fotos paparazzi
ATLETAS PORNO FOLLANDO
por donde se mete la polla en el coño
tetas redondas
felpudos tias
hombres gay follando y comiendo vergas
Sexo a saco en Gran Hermano: follando en el lavabo
fernandisco
chocho de susana griso
sexo con atletas
automamada
le vi las tetas cuando se agachó
por donde se mete la chorra
se folla a su madre por el culo.

(Efectivamente: lo más obsceno es fernandisco.)

10.12.08

Un zurullo para Arzalluz

Al final va a tener que ser el propio Arzalluz quien asuma la dirección de ETA. No porque él pertenezca a la banda ni sea un terrorista (es un impresentable, pero dentro de la ley), sino simplemente para que no se salga con la suya (¡con tantas detenciones!) "la policía de Barr... de Rubalcaba".

9.12.08

Sin ti

Estuve leyéndome a finales de noviembre (¡en malecones del paseo marítimo al sol, antes de la ola de frío!) la antología de poemas del austríaco Erich Fried (1921-1988) que sacó la editorial Losada en 2005: Amor, duelo, contradicciones, seleccionada y traducida (impecablemente: queda perfecta en español) por Jorge Riechmann. El libro se divide en cuatro partes: "Poemas de amor", que son muy buenos; "Poemas de miedo, cólera y esperanza", que no están mal pero que resultan comunistamente kitschs; "Poemas de poesía", que son aceptables; y "Final", poemas de muerte que no son tan buenos como los de amor, pero que también son buenos. Fried me ha parecido una especie de Benedetti logrado, por decirlo así. El libro es de muy grata lectura, aunque enturbiada por la melancolía que producen sus poemas políticos: no por sus supuestas revelaciones de las injusticias del mundo (injusticias que ya conocíamos, y nos pesaban, antes de leerlos), sino por esa suerte de casuística teológica (¡jesuítica!) que atormenta al, así llamado, o autoproclamado, "ser de izquierdas". Octavio Paz escribió que el comunismo había sido la última herejía del cristianismo, y en los poemas políticos de Fried se aprecia claramente esa mentalidad religiosa. El poeta padece unas agonías sobre qué es lo que hay que hacer o no hacer ("Dos preguntas" o "Uno de los tres deseos"), o qué es lo que hay que aceptar o rechazar de Marx o Engels o Lenin ("Salvamentos"), que se asemejan mucho a las culpas del católico que se ha masturbado o ha comido carne el viernes de vigilia. Hay también poemas, más inquietantes, que denuncian el terrorismo de estado (denuncia que suscribo: ningún delito me parece más grave) pero sin cuestionar el terrorismo revolucionario contra el que se ejerce ("El largo brazo de la justicia"). En cualquier caso, incluso esos poemas se leen bien. Y primero están los de amor, maravillosos. Como este "Sin ti", que me parece el más emocionante del volumen: "No nada/ sin ti/ pero no lo mismo// No nada/ sin ti/ pero acaso menos// No nada/ pero menos/ y cada vez menos// Acaso no nada/ sin ti/ pero poca cosa".

7.12.08

Venganza cumplida

Me manda Lowon una ilustración de la venganza que soñé en mi ejercicio bernhardiano "La rebelión de la batuta". Lowon es Cristóbal Ruiz, autor de El loco Wonder: una novela magnífica, rebosante de talento (¡y emociones!), que le publicaron hace ya casi diez años en Espasa. Luego hubo un encontronazo con la editorial y desde entonces Cristóbal Ruiz ha seguido llenando su baúl de inéditos, que debe de tener ya las dimensiones del de Pessoa. Algún día saldrán a la luz, y quedará en evidencia toda una generación de editores españoles.

6.12.08

La carcoma

Me preguntaba el otro día un lector que de dónde había sacado yo el recurso (¡el tic!) de la admiración entre paréntesis. De Thomas Bernhard. Exactamente de Corrección de Thomas Bernhard. Sólo que Thomas Bernhard lo usa de manera dosificada, y por lo tanto con mucho efecto, mientras que yo lo repito y abuso de él de un modo ya decadente y guasón, desinflado. Aquí aparece por primera vez el recurso en Corrección:

todo en la buhardilla de los Höller favorecía mi pensamiento, en la buhardilla de los Höller podía permitirme siempre todas las posibilidades de mis facultades intelectuales y, de repente, en la buhardilla de los Höller estaba sustraído siempre a la opresión del mundo exterior sobre mi cabeza y sobre mi pensamiento y, por tanto, sobre mi constitución entera, lo más increíble no era ya de repente increíble en la buhardilla de los Höller, lo más imposible (¡pensar!) no era ya imposible.

Pero el lugar en el que yo me enamoré de él fue en el pasaje de la carcoma, que copio entero porque es una de las cumbres (¡humorísticas!) de Bernhard:

Durante la noche él oía siempre en Altensam la carcoma, la voracidad de la carcoma no lo dejaba dormir durante la noche, por todas partes y durante la noche, como es natural, a causa de la agudeza de su oído y de la hipersensibilidad de su cabeza, con mayor claridad, oía a la carcoma que trabajaba, en las tablas del suelo y bajo las tablas del suelo, en los armarios y las cómodas, en todos los armarios de cajones sobre todo, así Roithamer, en las puertas y en los marcos de las ventanas, incluso en los relojes y en las sillas y sillones, podía distinguir siempre exactamente dónde y en qué objeto, qué mueble, trabajaba la carcoma, realmente la carcoma se había abierto ya camino hasta su propia cama, mientras permanecía despierto en la cama toda la noche, así Roithamer, seguía, tenía que seguir el trabajo de la carcoma, con la mayor atención, respiraba el dulce olor del serrín fresco y le resultaba opresivo tener que comprobar que, en el curso de los años, miles, posiblemente decenas de miles y cientos de miles de gusanos de la carcoma se habían introducido en Altensam para, como tenía que pensar siempre durante la noche, corroer Altensam, roer y corroer Altensam hasta que, en un solo instante, que posiblemente no se haría esperar ya tanto, se derrumbase sobre sí mismo. No había un solo objeto en Altensam, así Roithamer, en que no estuviera la carcoma, y si se trataba de un objeto nuevo, que se hubiera adquirido, también en ese nuevo objeto estaba en poquísimo tiempo la carcoma, así Roithamer. Si cojo una prenda interior del armario, así Roithamer, tengo que sacudir esa prenda interior, porque hay en ella serrín a montones, de la noche a la mañana serrín a montones en mis prendas interiores, así Roithamer, si cojo un pañuelo del cajón tengo que soplar en él, hasta la vajilla utilizada diariamente tiene que ser soplada y fregada, así Roithamer, porque está llena de serrín, y realmente todos están siempre en Altensam llenos de serrín, sus rostros llenos de serrín, sus cabezas y sus cuerpos llenos de serrín, así Roithamer. Constantemente, todos tenían miedo siempre de hundirse a través de las tablas del suelo, porque las tablas del suelo cedían ya de una forma inquietante, porque Altensam, por el trabajo de la carcoma (¡y de los hongos, como es natural!) cambiaba constantemente, tenían constantemente miedo, porque en realidad lo más sorprendente y lo más alarmante en Altensam era el trabajo de la carcoma, así Roithamer. Primero se hizo todo para combatir la carcoma, pero finalmente tuvimos que comprobar que no se puede hacer nada para combatir la carcoma, y dejamos de hacer nada para combatir la carcoma. Durante toda nuestra vida estuvimos en Altensam frente a millones de gusanos de la carcoma, sin poder defendernos de esos millones de gusanos de la carcoma. Impotentes contra la carcoma, así mi madre, así Roithamer, hemos combatido durante toda la vida contra la carcoma, pero finalmente hemos renunciado a la lucha, así mi madre, así Roithamer. Cada generación creía, así Roithamer, acabar con la carcoma de Altensam, que era ella, temía cada una, aquella sobre la que se derrumbaría de pronto Altensam, por estar totalmente agujereado por la carcoma, así Roithamer. Una vez mi padre hizo subir de Linz a Altensam un, así llamado, especialista en lucha antiparasitaria, pero esa estancia de semanas del especialista en lucha antiparasitaria de Linz fue totalmente absurda, así Roithamer. Y así, todos en Altensam, a causa de la carcoma y de su trabajo de siglos, que había minado ya casi todo Altensam, se habían acostumbrado a unos andares curiosamente cautos, unos andares exactamente adaptados a los suelos y los techos de madera, y que tenían también en cuenta los muebles, unos andares curiosamente cautos que, sencillamente, tenían en cuenta a Altensam, y cuando nosotros, así Roithamer, hablábamos juntos de algo, lo que ocurría como mucho una vez al año, hablábamos de la carcoma. Y aunque en Altensam hay un gran silencio y se crea no oír nada en absoluto, se oye, sin embargo, la carcoma de Altensam, así Roithamer. Los armarios, las mesas, están torcidos, las cómodas, los sillones, así Roithamer, y los suelos están hundidos, los postigos no encajan ya en los marcos de las ventanas, así Roithamer, la lucha contra la carcoma ha sido definitivamente abandonada (9 de marzo), así Roithamer.

2.12.08

Los posts que no escribí

Reaparece mi wifi de madrugada (¡no sé por cuánto tiempo!) y aprovecho para esbozar, a lo Steiner, los posts que no escribí estos días:

Extracción de la piedra de la locura.— La semana pasada vino Eduardo Jordá como jurado de un premio literario. Me hubiera gustado contar el paseo que nos dimos al solecito invernal de la mañana malagueña (con visita a la exposición de la obra africana de Barceló en el CAC inclusive) y, sobre todo, referir un pormenor de nuestra charla. Estaba aún caliente (¡supurante!) el artículo de Almudena Grandes sobre sus mmmilicianos violadores y Jordá y yo, alineándonos con la respuesta de Muñoz Molina, decidimos que habría que crear una asociación llamada “Extracción de la piedra de la locura”, o algo así, para combatir este delirio guerracivilista que se expande. Hubiese querido añadir un párrafo humorístico sobre un encuentro más con Romero Esteo, que también formaba parte del jurado y al que me acerqué a saludar en el acto de lectura del veredicto. Al felicitarlo por sus últimos premios, saltó: “¡Ya era hora! ¡Mis topos me habéis estado fallando siempre, Weil, tú...! ¡Pero esta vez Rosa Romojaro sacó en las deliberaciones un manual alemán de literatura y les dijo aquí pone que es un genio! ¡Y claro, me lo tuvieron que dar!”. En el corrillo posterior, mientras yo hablaba de nuevo con Jordá, me volví varias veces al escuchar el vozarrón de Romero Esteo llamando: “¡José Antonio!”. Pero no era a mí, sino al secretario del jurado, José Antonio Mesa Toré, que tenía que darle el cheque.

Doménica y L’Anticrist.— El lunes 24 de noviembre me llegaron dos libros de Barcelona: Doménica de José Ángel Cilleruelo, y una edición catalana de L’Anticrist de Nietzsche, con prólogo y notas de Antonio Morillas y traducción de Marc Jiménez Buzzi. Cilleruelo y Buzzi me habían anunciado por separado sus envíos y el azar quiso que llegaran juntos. El azar quiso también que mi ejemplar de L’Anticrist trajese una dedicatoria para Horrach, mientras que esa misma mañana Horrach recibió en Palma un ejemplar dedicado a mí. Tras dudar si intercambiarnos los ejemplares, decidimos que, en homenaje al Azar, tan querido por nuestro filósofo, nos quedaríamos con los trocados. En mi entrada pretendía hablar de esto, y hablar también de las obras: de la novela de Cilleruelo (quien precisamente ganó hace poco el Premio Málaga con otra, Astro desterrado, que se editará en febrero) y de este Nietzsche en catalán, que rechinará en los adocenados oídos del establishment (iba a poner establo) catalanista. A Nietzsche ya lo había leído en portugués, en una edición de sus andanadas contra Wagner que encontré en Río de Janeiro. El hallazgo me pareció otro guiño del azar, porque siempre he considerado (¡desde mi ignorancia musicológica!) que el ideal musical nietzscheano se cumple en la música brasileña. (Mi amiga Almudena —no Grandes, aunque sí grandes— se enfadará, pero ella no cuenta aquí: es wagneriana.)

El hormigonado heterodóxico.— También me pedía el cuerpo hacer un poco de coña con el Premio de las Letras (y, por lo tanto, no Premio Cervantes) a Juan Goytisolo, desarrollando lo que ya apunté en los blogs de Ferré y Mora. En el de este último me salió la formulación de lo que me parece, realmente, la obra de Goytisolo: un hormigonado heterodóxico.

Tropezón con Marsé.— A propósito del Cervantes a Marsé, pretendía hablar de mi relación con la obra de Marsé. Y de cómo un escritor se la juega en cada escrito: y que uno malo puede alejarle (¡matarle!) un lector. Me pasó con Marsé. Fue en aquella época de embeleso con los autores latinoamericanos del boom, con sus prosas fluidas, rutilantes, cuando me leí lo primero de Juan Goytisolo, Señas de identidad, que no estaba mal pero que, por su pesadez y su sintaxis arrastrada, no pasó la prueba. Marsé, en cambio, sí la pasó. Con creces. Leí maravillado Últimas tardes con Teresa y sentí que se iniciaba una etapa Marsé. Pero la siguiente que cayó en mis manos, La muchacha de las bragas de oro, no la pude ni terminar: y hasta hoy. (Aunque habrá que leerse Un día volveré.)

Nostalgia de la mala conciencia.— Y volviendo al guerracivilismo rampante de nuestros días, me he dado cuenta de que de los justicieros actuales nunca conocemos por ellos mismos su franquismo familiar. El presidente Zapatero exhibe emotivamente a su abuelo republicano, pero esconde, sin una mueca, sin un parpadeo, al franquista. De las andanzas fascistas del abuelo de Cristina Almeida nos acabamos de enterar por la prensa. Y con Luis García Montero pasa igual: lleva casi treinta años de obra poética y hasta hace un mes no supe que viene de una familia militar franquista de Granada. ¡Qué nostalgia, de pronto, de la mala conciencia! ¡Aquella que incomodaba al sujeto y, al menos, le hacía pasar un poco de vergüenza! Como la de Jaime Gil de Biedma cuando confesó: “señoritos de nacimiento / por mala conciencia escritores / de poesía social”. Pero los de ahora nada: vamos, ni una mueca, ni un parpadeo... ¡Esto se hubiera merecido un buen post!

29.11.08

Proyecto abortado

Se ha esfumado la conexión wifi que pillaba desde casa (ahora estoy en un cíber). No sé si volverá, pero el contratiempo me ha impulsado a abortar mi proyecto de nuevo blog: por ahorrarme la inquietud de estas precariedades técnicas. Además, estos días he venido dándome cuenta de que El año del sí ganaría si fuese más intimista y descarnado, más impúdico: algo que no me atrevo a hacer en internet. Hay una tercera razón: me he cansado de regalar textos; de exhibir mi trabajo sin (como dice Arcadi Espada) "una cierta traducción económica". El aprendiz al sol voy a mantenerlo, como hilo de comunicación y como escaparate. Pero nada más. El año del sí lo llevaré a cabo, sólo que como libro. (Y si hay algún editor interesado, que me llame.)

Por otra parte, el paciente lector se preguntará qué fue de mi retiro de Asilah. Es otro proyecto abortado. No sé si es ya una cuestión de puro autosabotaje (¡escribir no escribo, pero rasgos artísticos me sobran!): el caso es que todo iba bien, o estaba empezando a ir bien... cuando decidí regresar a España a mediados de septiembre "sólo por unos días", con el propósito de ajustar las fechas para el último tramo del año. Como el máximo de estancia continuada es de tres meses, mi intención era volver a Marruecos el 23, y ya quedarme allí hasta las vísperas de la Navidad. El 23 de septiembre desperté con la maleta ya hecha para viajar, pero amaneció lloviendo. No me apetecía meterme en un barco lloviendo. Me quedé. Y ya me enredé en otros asuntos. En estos dos meses y pico he estado a punto de partir cuatro veces, pero, por una cosa u otra, ninguna he podido hacerlo. El último intento serio fue el 3 de noviembre, pero tampoco pudo ser. La otra tarde seguía angustiado con la idea de a ver si me iba... cuando me di cuenta de que ya no me quedaba dinero para aguantar en Asilah demasiado tiempo. Así que el dilema se ha resuelto solo. Me queda ir todavía una vez para recoger mis cosas; pero será un viaje rápido. Volveré a Málaga y aquí me quedaré, condenado por mi economía. Espero que escribiendo al menos. (En la antesala del año del sí ya van, pues, dos noes.)

26.11.08

Cortado con un estilete



Uno de los blogs más bonitos que conozco es el de Francisco Luna: バルセロナ ブログ [o Baruserona, Barcelona en japonés]. Cada entrada consta de dos elementos que combinan a la perfección: una foto y un breve texto en caracteres japoneses. Sobre sus fotografías, Luna me escribió algo que me gustó mucho (sobre todo por lo de "como cortado con un estilete"), a propósito de mi post sobre el encuadre:

Muy interesante el texto de hoy, amigo Montano. ¡Ah, no sabes cuánto me identifico con él! Éste, "Buscando el encuadre", podría ser el título de mi vida reciente. Una de mis últimas obsesiones es fotografiar encuadres. Es lo más importante para mí como fotógrafo. Uso una máquina de bolsillo, de calidad no superior a la de un móvil, y la llevo conmigo a todas partes, pero sólo disparo cuando veo un encuadre puro, bien definido, como cortado con un estilete. El arte supremo de filmar unas sábanas arrugadas o unas cortinas sólo puede ser logrado si se tiene un buen encuadre. De momento no me atrevo a capturar escenas tan delicadas y prefiero encuadrar rascacielos, fragmentos de casas viejas, árboles en contrapicado, nubecillas blancas... El objeto es igual, pues tienes razón en esto: el tema es buscar el encuadre.

Y sobre los textos, me explica ahora que son una descripción lacónica de la imagen; y que, además de por el mero placer estético de los caracteres, los escribe para repasar el idioma. Le he pedido que me traduzca el de ayer, 養殖場の木 [Árboles de vivero]:

El sábado encontré en un vivero estos jóvenes árboles. Ésta es la especie de árbol más popular de Barcelona. Se puede ver por ejemplo en las Ramblas, en el Paseo de Gracia y en otros lugares. Se denomina Platanus hispanica. No es un árbol endémico. Es un híbrido y se asemeja al arce. Bonito arbol, ¿verdad?

Un ejemplo más de relaciones hispano-japonesas (precisamente las anécdotas que conté el otro día me surgieron en un correo que le escribí). Por cierto, que Luna tiene enlazado otro hermoso blog, en este caso mexicano-japonés: Margen del Yodo, del poeta Aurelio Asiain. Y ya puestos (¡no podía faltar la conexión brasileñista!), diré que CopacabAna de Toledo está casada con un japonés, el senhor Oshiro. Y que la profesora que me examinó de portugués en la Casa do Brasil era una nisei de São Paulo...

22.11.08

Torpedo

Nunca he tenido una novia japonesa, pero me gustan las japonesas. Mi amigo Weil sí tuvo una, que era profesora de baile flamenco en Andalucía. Weil hacía entonces zen. A veces él iba a recogerla con el kimono zen en su macuto, y ella salía con el traje flamenco en el suyo. En cierta ocasión, ella le espetó: "¡Deja el zen! ¡Eso son supersticiones!". Weil le preguntó si es que ella no creía en nada. "¡Claro que sí! ¡En la Virgen del Rocío!". Una tarde le hice a Weil un comentario jocoso, que pretendía ser cómplice, sobre "la docilidad de las orientales": me miró con una mezcla de resignación y desesperación. Pero conozco otro caso de relaciones hispano-japonesas. Un amigo de mis amigos Curro y Almudena lleva años casado con una japonesa que trabaja de intérprete en Madrid. Ambos son la viva imagen de la armonía conyugal. Mis amigos estuvieron visitándolos hace unos meses y me contaron una cosa que deja entrever que sí que había tormentas ocultas en la relación. Una noche pusieron la película Torpedo, de Robert Wise, ambientada en la Segunda Guerra Mundial. En un momento dado, el submarino estadounidense le lanza un torpedo a un barco japonés. Y le da. Al verlo, el marido de la japonesa, que llevaba callado toda la película (y también todos los años de su matrimonio), le hace un corte de mangas a la pantalla y dice: "¡Toooma limón!". Los demás lo miraron atónitos, incluida la japonesa.

21.11.08

Digestión

Ayer, por no romper la atmósfera lírica de La novela luminosa, Petrarca y Chico Buarque, me callé lo mejor. (¡Sí, sacrifiqué lo mejor por el lirismo!) Andújar me contó una escena que vio este verano allí por el paseo marítimo de Huelin y Sacaba Beach, semilleros de la merdellonería malagueña. Había una familia de barbacoa en la playa, y la niña corrió a bañarse al terminar de comer. La madre no se da cuenta hasta que ya está metiéndose en el agua, y entonces va y le grita: "¡Niñaaa, hasta er chichi ná más! ¡Hasta er chichi ná más!". El Ayuntamiento, para llegarle al pueblo, debería usarlo en una campaña contra los cortes de digestión (femeninos).

20.11.08

Los tiempos de Petrarca

El lunes fui a comprar La novela luminosa de Mario Levrero, por la reseña que leí el sábado. En la librería vi la nueva edición del Cancionero de Petrarca y la compré también. De modo que salí con dos tomazos. He empezado La novela luminosa y me gusta (tanto como el título). Esta mañana he abierto el libro de Petrarca y he encontrado que Ángel Crespo dice esto al comienzo del prólogo, tan conveniente para nuestra época:

Los grandes cambios sociales, políticos y culturales que se produjeron durante un siglo que, como el XIV, marca la transición de la Edad Media a la Edad Moderna parecen indicar, de una parte, que las circunstancias adversas, y más aún las que llegan a convertirse en catastróficas, impulsan a los mejores de entre quienes las padecen a superarse en busca de nuevos horizontes intelectuales capaces de cambiar el rumbo aparentemente dislocado de la historia; y de otra, que lo que los contemporáneos de tales circunstancias suelen juzgar como los estertores de la agonía no son sino los dolores de un feliz alumbramiento.

El martes estuve paseando con Andújar por la playa donde se acaba Málaga hacia el oeste, y que por eso es conocida, castizamente, como Sacaba Beach. Llegamos hasta el antiguo embarcadero en ruinas. Regresando después, ya sin sol, se puso a sonar "Futuros amantes", la hermosa canción de Chico Buarque. Es que Andújar tenía como sintonía del móvil su introducción instrumental: perfecta.

19.11.08

El corazón de la edad

Yo, que nací un 19 de mayo, me encuentro cada 19 de noviembre en el corazón de la edad. Estas son las antípodas de mi cumpleaños: hace seis meses del pasado y faltan otros seis para el futuro. Nunca tendré más la edad que tengo que hoy. Nunca seré más aquilatadamente un hombre de cuarenta y dos.

12.11.08

Ruy Castro en Madrid

El periodista brasileño Ruy Castro, autor del libro que traduje, Bossa Nova. La historia y las historias (Ed. Turner), da una conferencia hoy miércoles 12 de noviembre en Madrid: en el Círculo de Bellas Artes a las 19.00 h. Este año se ha publicado también en español su Río de Janeiro. Carnaval de fuego (Ed. Herce), traducido por Mario Merlino. Es un librito delicioso, muy personal, sobre la cidade maravilhosa.

11.11.08

Buscando el encuadre

He empezado la cinta de vídeo número treinta y tres de mi diario visual. Grabo tonterías: secuencias de pocos segundos tomadas de aquí y de allí, de la calle, del cuarto. Suelo dejar la cámara quieta, hay pocos travellings y casi ningún zoom; pero con frecuencia se produce un ligero movimiento, un trasteo, en busca del encuadre ideal. Si alguien viera ese montón de horas anodinas, sin núcleo, sin argumento, encontraría que ése es el tema: la búsqueda del encuadre. Ése sería el tema técnico-artístico. Y además estaría el tema metafísico-sentimental: el paso del tiempo, la grabación como una fábrica de elegía. Todas las grabaciones rutinarias que hice en mi apartamento de Madrid son ahora el asidero con aquel mundo perdido. Yo salgo poco. Hay cintas enteras en las que ni salgo. Pero salen mucho ciertos rincones. Y el mar. Y las sombras. Me fascinan las sombras de los grandes árboles en las fachadas de los edificios. Y la ropa tendida. Y el sol en las cornisas. Y los chorros de las fuentes y los surtidores. Del surtidor del templo de Debod tendré mil tomas. Suelo grabar también las sábanas, después de haberme levantado (¡la escultura del sueño! ¡o el sismógrafo de las agitaciones nocturnas!). Y la mesa del desayuno, dispuesta como un bodegón auroral: los libros, el periódico y los cuadernos junto al café y el pan (¡con aceite!) o las galletas o la fruta o el zumo de naranja —la claridad filtrándose. Las cortinas. Grabo mucho las cortinas: y mejor si son visillos. Muchas tardes solitarias he salido a grabar y sólo con eso me he sentido en compañía. Uno va más atento, va a la caza: el mundo se convierte en posibilidad. Hay más imágenes exteriores del otoño y el invierno, que es la época de las chaquetas y los abrigos donde llevar la videocámara. Y salen también automóviles, y focos en la noche, y ventanas, y avenidas, y animales (perros, gaviotas, gatos, gorriones), y gente (transeúntes, vecinos, amigos, familiares). Aire, lluvia, nubes, olas, charcos, llamas. Crepúsculos. Escaparates. Restos de serpentina las mañanas de Año Nuevo. Trenes que pasan. Niños en columpios. Mujeres. Ciclistas. Montes. Cuando mi sobrino nació, yo estaba en el mirador de Torremolinos, grabando. Gracias a la hora archivada supe que en el instante de su nacimiento un avión volaba sobre el mar. En otra ocasión me enteré de una fecha significativa, ya pasada, y fui a ver si tenía grabado algo de aquel día. Eran sólo unos segundos. El hueco de la escalera de mi edificio. El sol de la tarde dando en los escalones. Sólo eso, aquel día: unos escalones iluminados.

7.11.08

Maré

Este martes 4 de noviembre también fue azul, porque Adriana Calcanhotto presentó en Madrid su espectáculo Maré. Yo no pude ir, pero le pedí a una amiga que me hiciera una "croniquilla" del concierto y he aquí el mail (¡magnífico!) que me ha mandado:

croniquilla de un concierto?
No. No puedo hacerte una croniquilla de un concierto con una grande. No me siento capaz de hacer justicia con mi relato a Calcanhotto, a la que cada vez que escucho me reafirmo en la devoción que le profeso. Igualmente te contaré que, con esa singularidad que desprende, Adriana colocó una enorme caracola en un lado del escenario. Los delfines y los caballitos de mar dibujados en las cortinas del fondo evocaban "Maré".... Y ella hizo su aparición con una enorme caracola pegada al oído y amplia capa de tul que parecía espuma de mar.

Dejó su capa y la caracola a un lado y se quedó con su amplio vestido en tonos entre marrones y rojizos, lo más "terrestre" de todo el escenario... y entonó "Maré", siguió con "Três" y "Seu pensamento", pero no fue hasta "Mais feliz", un tema más conocido, cuando la gente se comenzó a animar, sobre todo porque la gente conocía la letra. Siguió con "Teu nome mais secreto", "Vai saber", "Esquadros", "Mulher sem razão", y "Sem saída"... Cantaba sentada en el centro del escenario, guitarra en mano y rodeada de sus músicos (casi siempre gente joven): un teclista, un bajo y dos percusionistas.... ¡¡¡¡¡¡Cómo le gusta a Adriana jugar con los sonidos!!!!!! Hay pocos que como ella indague en los ritmos y sea capaz de divertirse al mismo tiempo... Realmente tiene sentido del humor para juguetear con las cuerdas de la guitarra, algunos ritmos de percusión o hasta con las propias cuerdas que sujetan la piel de los bongos!!!!!

Nos deletió con un poema (del que no pillé el nombre) al que ella puso música y que denominó "a poética do eremita". Cambió la guitarra por un cello y acompañada de la guitarra eléctrica cantó-recitó el poema. Lamenté ahí no saber brasileiro para poder entenderla!!!!

Siguió con "Fico Assim" y "Vambora", un tema que descubrí que gusta a un montón de gente, cantó "Porto Alegre", "Maresia" y luego ya se despidió para entrar de nuevo en el escenario con Misia, que cantó a capella "Por uma lágrima tua". Adriana se recostó sobre el escenario, dando la espalda al público, para poder centrarse en la canción de su amiga y terminó con "Maritmo" dejando a todo el mundo con ganas de más y de seguir bailando.

No sé si te servirá de algo, pero realmente lo único que te puedo decir del concierto es que esa mujer me tiene casi como embrujada. Por todo: ritmo, letra, voz, actitud.

Me dejo muchas cosas, pero....

6.11.08

Martes negro

Ayer le mandé a Nádia, mi ex brasileña, que es mulata, este mensajillo por el móvil: “Parabens! Os pretinhos comandam!”. Me respondió al instante: “Os pretinhos estamos pisando forte!”. En Madrid, según me escribió Andújar, nuestro amigo Mansueto, que es de origen guineano, “estaba en éxtasis”. Andújar, por cierto, fue probablemente el primer español que tuvo noticias de Obama. Hace siete u ocho años jugó con él al ajedrez en el ChessClub y Obama, que ya era por entonces senador, le habló de sus ilusiones presidenciales. La lástima es que Andújar no guardó las partidas... ni recuerda si ganó o perdió. Yo me he pasado estos días con la coña de que el martes emitían, en directo, el último episodio de Raíces; pero la verdad es que Obama no desciende de esclavos. Aunque la emoción es idéntica, me pregunto si ese hecho no tendrá su importancia: por haberle evitado tanta humillación y sufrimiento en la memoria genealógica, así como la herencia de recónditas cortapisas mentales en cuanto a la ambición, o a su encauzamiento efectivo. No lo sé. En Brasil, con Nádia mismo, siempre he sido consciente del origen de los negros americanos. Y no he querido olvidar que toda la alegría que me han proporcionado provenía de la brutalidad de la esclavitud. (En este momento escucho a Lou Donaldson, su delicioso Good gracious!) Pero no todos están contentos. El estólido Chomsky ya ha refunfuñado que, en lo fundamental, no hay diferencia entre Obama y McCain. Y tiene razón: en lo fundamental, tanto Obama como McCain han sido candidatos democráticos a una presidencia que deberá ser ejercida democráticamente, bajo los controles del estado de derecho. Justo lo contrario de los infectos dictadores o afines tipo Castro o Chávez que emboban a Chomsky. Termino. El mejor titular de ayer fue el del diario argentino Crítica. Según contó su director, Jorge Lanata, cuando cerraron la edición aún no se sabía el resultado y buscaron un titular que valiera tanto para la victoria como para la derrota de Obama. Lo encontraron.

5.11.08

Así habló Sánchez Pascual

El gran traductor de Nietzsche y Jünger, Andrés Sánchez Pascual, que para mí forma parte, por esas traducciones, del canon de la prosa en español, acaba de convertir en póstuma la edición en marcha de los Fragmentos póstumos de Nietzsche, con la inapelable autopsia que ha publicado en Revista de Libros. Copio lo último:

El resumen es fácil de hacer: el traductor es incompetente en filología, malo en sus notas y pésimo en sus traducciones. Esta traducción no sólo es inútil para cualquier lectura o estudio de Nietzsche, sino nociva para toda investigación sobre él. Y eso por no mencionar el horroroso español que el traductor escribe. Resulta inconcebible a estas alturas que se pretenda engañar al lector con una mercancía tan averiada. Esta traducción está muerta ya al nacer y no cabe arreglarla corrigiendo "algunos errores" en una nueva edición, sino que hay que rehacerla de cabo a rabo. Indudablemente se ha abusado de la buena fe de la editorial Tecnos.

Yo pienso ahora en el (pobre) editor: participó en la presentación de la obra en el congreso sobre Nietzsche que hubo en abril en Málaga y estaba muy ilusionado y orgulloso. La única precaución que cabría guardar, por el momento, es la de si la crítica de Sánchez Pascual, que se centra en el volumen I, puede aplicarse también al otro publicado, el IV; porque, aunque el director es el mismo, cada uno tiene traductores diferentes. Pero vamos: lo que es el I va ya directamente a la basura. ¡Qué vergüenza!

26.10.08

Corrección

Ha llegado el momento de releer Corrección. La primera lectura la hice hace cinco años, en el otoño madrileño de mis últimas esperanzas. Recuerdo jardines despojados, y el ejemplar (prestado por Curro) con la rosa amarilla en la cubierta. Era el de la edición de Alianza Tres; el mío de ahora, comprado posteriormente, es el celeste de la de bolsillo. Y seguiré con O óbvio ululante del gran Nelson Rodrigues, que trajo Andújar de Brasil: una recopilación de artículos autobiográficos y divagatorios, de 1967 y 1968, que son una gozada.

El impulso para releer Corrección me vino anoche, cuando regresé a casa nada más terminarse la hora extra estatal y visité el blog de otro amigo, Paco Torres, donde cuenta cómo ha sucumbido al contagio bernhardiano. En su entrada cita además estas declaraciones de Thomas Bernhard sobre el suicidio:

Nada he admirado más durante toda mi vida que a los suicidas. Me aventajan en todo. Yo no valgo nada y me agarro a la vida, aunque sea tan horrible y mediocre, tan repulsiva y vil, tan mezquina y abyecta. En lugar de matarme, acepto toda clase de compromisos repugnantes, hago causa común con todos y cada uno, y me refugio en la falta de carácter como en una piel nauseabunda pero cálida, ¡en una supervivencia lastimosa! Me desprecio por seguir viviendo.

Eso es lo que hay que hacer, decir o escribir frases así... y no suicidarse gilipollescamente como David Foster Wallace. Sobre este autor están saliendo detalles patéticos, como esto que venía ayer en El País:

Su agente Bonnie Nadell recordó cómo todos se esforzaban en protegerle del mundo y de su reciente obsesión con Obama, cuyos discursos veía una y otra vez.

Al final David Foster Wallace va a resultar ser la primera víctima mortal de la obamitis. Es algo, repito, patético. Y de un candor asombroso. Un candor como sólo tiene, por cierto, el verdadero artista. (¡Qué tragedia ser un verdadero artista!)

25.10.08

La pluma con gallinazos

Yo soy así, si Vargas Llosa es bueno, García Márquez es malo; me polarizo, y de ahí saco mi combustible. Pero no crean que no les doy oportunidades a mis detestados. Hace unos meses, por ejemplo, leí El amor en los tiempos del cólera, convencido de que ésa al menos sí me iba a gustar. ¡Menuda lata! El folletín era potable: pero quedaba ahogado en la narración relamida. (Algún tesinando debería ocuparse de los paralelismos entre García Márquez y Antonio Gala.) Poco después se estrenó la versión cinematográfica de la novela y los críticos repitieron lo de costumbre: "Gabo no tiene suerte con el cine". Pero yo, que tenía reciente el mazacote anestésico, caí en que ocurre justo al revés: es el cine el que no tiene suerte con Gabo. El sopor de las películas de Gabo se corresponde exactamente con el sopor de los libros de Gabo. Los cineastas han reflejado a la perfección el mundo de Gabo, y por eso sus películas son un coñazo. Un coñazo, por cierto, repleto de gallinazos: los que salen de la pluma de Gabo. Resulta irritante. Si el personaje abre una puerta, le salta a la cara un gallinazo. Si camina, tiene que ir esquivando los gallinazos que revolotean a sus pies. Si come, un gallinazo se sube a picotear a la mesa. Si habla con otro, no hay quien se entere por el jaleo que arman alrededor los gallinazos. De pronto, inusitado alivio: ¡ningún gallinazo a la vista! El personaje se dirige entonces al fondo de la estancia, saca de un arcón un par de alas enormes, se las coloca y dice que es un ángel... ¡pero lo que parece es otro gallinazo! En eso consiste el famoso Macondo: cuando al fin desaparecen los gallinazos, ¡va el protagonista y se disfraza de gallinazo!

Y frente a tal estolidez, ¡qué oxigenante Vargas Llosa! Ayer me releí esa pequeña obra maestra, Los cachorros. ¡Qué maravilla! ¡Cómo vive! ¡Cómo respira! ¡Ni un átomo de muerte o necrosis en sus páginas! ¡Salta en las manos como una culebra eléctrica! El otro día copié el final; hoy el principio:

Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.

24.10.08

El hormigonado ortodóxico



Bueno, bueno, la penúltima etapa del Tour 2009, la decisiva, termina en el Mont Ventoux. El recorrido se presentó anteayer y los aficionados estamos dando botes; particularmente yo, con mi predilección por el monte petrarquista. Me he ido a buscarlo al Google Earth y, al ver esa carreterita que lo recorre, he pensado en la correspondencia con los patrones zurcidos de Duchamp. Así pues, el año que viene: del cielo a París. En esta ciudad precisamente acaban las dos tramas paralelas de El pez en el agua: a ella viaja Vargas Llosa en 1958, tras ganar un concurso literario; y en ella se refugia tras perder las elecciones de 1990. Qué estimulantes y qué tristes son sus memorias: estimulantes para la literatura (y el trabajo); tristes para la política (y la intelectualidad y el periodismo). En el blog de Vicente Luis Mora leí el otro día una expresión fascinante, de Derrida: "el hormigonado ortodóxico". A eso, al hormigonado ortodóxico, del Perú y de la progresía acomodada de todo el mundo, tuvo que enfrentarse Vargas Llosa en aquella campaña. La seguí con atención, y yo que siempre he sido vargasllosista tuve un repunte vargasllosiano y me leí en aquellas semanas los libros que me faltaban: todas sus obras de teatro, por ejemplo, o los tres tomos de Contra viento y marea, o Historia de Mayta, o Conversación en La Catedral. Recuerdo las estólidas reacciones que se produjeron entonces: la de mi querido Bryce Echenique, por citar a uno, con su aturdimiento decadente, fláccido, de señorito. Al leer El pez en el agua uno comprende la desgracia que fue para Perú que no ganara Vargas Llosa. (Y la bendición que fue, dicho sea de paso, para Vargas Llosa.) Ganó Fujimori, y vino lo que vino. Pero a la progresía acomodada ya le daba igual, porque no había ganado Vargas Llosa. Abro ahora Conversación en La Catedral y releo su famoso comienzo:
Desde la puerta de "La Crónica" Santiago mira la avenida Tacna, sin amor: automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris. ¿En qué momento se había jodido el Perú?

Y su final, menos famoso pero impecable. Uno de los finales más despojadamente nihilistas que conozco:

Trabajaría aquí, allá, a lo mejor dentro de un tiempo había otra epidemia de rabia y lo llamarían de nuevo, y después aquí, allá, y después, bueno, después ya se moriría, ¿no, niño?

O el final también, maravillosísimo, de Los cachorros:

y comenzábamos a engordar y a tener canas, barriguitas, cuerpos blandos, a usar anteojos para leer, a sentir malestares después de comer y de beber y aparecían ya en sus pieles algunas pequitas, ciertas arruguitas.

¡Ah, qué lección de soltura verbal, de verdadera prosa viva! ¡Contra lo que se piensa, Vargas Llosa es el auténtico estilista, y no el insufrible García Márquez, ese embalsamador de palabras! ¡Con esa ramplonería suya consustancial, puro hormigonado ortodóxico!

20.10.08

Bicicleta fija



Mi hermano (que también tiene blog) me ha escaneado tres imágenes del álbum de Mortadelo y Filemón del que hablé el otro día. Allí he colgado ahora la portada y he enlazado la primera página. Y aquí he puesto (arriba) esas otras viñetas que había olvidado y que me ha alegrado reencontrar: las de Filemón en la bicicleta estática (que en el tebeo aparece con un nombre mejor: "bicicleta fija" —¡que se suelta!). De manera que en mi lectura inaugural ya estaba presente el ciclismo... ¡y con mención de Eddy Merckx! Bicicleta fija y fijaciones. Mis fijaciones. Siempre me fijo en ellas, como no podía ser menos. Las ciclísticas, por ejemplo. O las brasileñistas. En El pez en el agua me he enterado de una doble conexión brasileñista del joven Vargas Llosa. Su primer cometido periodístico, para La Crónica de Lima, fue cubrir la presentación de credenciales del nuevo embajador de Brasil en Perú (en 1952, antes de cumplir los dieciséis años). Y la primera mujer con la que se acostó fue una brasileña (en 1950, con catorce):
Recuerdo muy bien aquel sábado en que con Víctor fuimos, con nuestros veinte soles en el bolsillo, nerviosos y excitados, a vivir la gran experiencia. Fumando como chimeneas para parecer más viejos, subimos y bajamos varias veces la cuadra de las francesas, sin decidirnos a entrar. Por fin, nos dejamos convencer por una mujer muy habladora, de pelos pintados, que sacó medio cuerpo a la calle para llamarnos. Pasó primero Víctor. El cuarto era chiquito y había una cama, un lavador con agua, una bacinica y un foco envuelto en celofán rojo que daba una luz medio sangrienta. La mujer no se desnudó. Se levantó la falda y, viéndome tan confuso, se echó a reír y me preguntó si era la primera vez. Cuando le dije que sí, se puso muy contenta porque, me aseguró, desvirgar a un muchacho traía suerte. Hizo que me acercara y murmuró algo así como "Ahora tienes tanto miedo pero después cuánto te va a gustar". Hablaba un español raro y cuando eso terminó, me dijo que era brasileña. Sintiéndonos unos hombres completos, fuimos luego con Víctor a tomar una cerveza.

18.10.08

La fábrica del poema

Así se hace la poesía. Por ejemplo, tomando la respuesta del cineasta brasileño Joaquim Pedro de Andrade, director de Macunaíma, a la pregunta "Pourquoi filmez-vous?", del diario Libération (mayo de 1987), y transformándola en canción. Eso hizo Adriana Calcanhotto en el primer corte de A fábrica do poema, su disco de 1994 (el último en que escribió su apellido con una sola té). "Por que você faz cinema?" puede escucharse aquí. Y esta es la letra:
Para aburrir a los imbéciles, para no ser aplaudido después de secuencias do de pecho, para vivir al borde del abismo, para correr el riesgo de ser desenmascarado por el gran público, para que conocidos y desconocidos disfruten, para que los justos y los buenos ganen dinero, sobre todo yo mismo, porque de otro modo la vida no merece la pena, para ver y mostrar lo nunca visto, el bien y el mal, lo feo y lo bonito, porque vi "simón del desierto", para insultar a los arrogantes y poderosos cuando están como "perros dentro del agua" en la oscuridad del cine, para que me estafen con mis derechos de autor.

En noviembre hay minigira de Adriana Calcanhotto por España, con Maré: el día 4 en Madrid, el 5 en Tenerife, el 6 en Gerona y el 7 en Barcelona.

16.10.08

Los caballos y los tanques

A Fernando Savater, que se ha dado como premio al Planeta

Ah los adultos: niños vencidos! Nunca he sido cantor de las maravillas de la infancia, ni he querido recuperar (¡recobrar!) infancia alguna; el peterpanismo me resulta cargante y no soporto a los "eternos adolescentes" (¡no me soporto!) ni las "conductas infantiles" en los adultos. ¡Pero cómo no ver a éstos como lo que son: niños derrotados!

El domingo, cuando el desfile. Pasaron el micrófono entre la multitud. Las estolideces de siempre: militarismo, antimilitarismo (un despistado que andaba por allí), pomposas palabras (¡patria, unidad, nación, democracia!), chistes políticos (¡el coñazo!) y todo lo demás. Hasta que una niña sin infatuación respondió a la pregunta de qué era lo que más le había gustado: "Los caballos y los tanques". ¡Claro que sí! ¡Los caballos y los tanques!

Me he acordado del concurso aquel que hubo el año pasado para elegir "la palabra más hermosa del español". Y ahí saltaron todos, encabezados por los escritores (sic) con la pesada retahíla: paz, amor, justicia, ¡solidaridad!... O también, los más sensibles: crepúsculo, melancolía (¡nunca falta melancolía!)... Hasta que llegó un niño y dijo "columpio". ¡Claro que sí! ¡Columpio! ¡Ésa es, sin duda! ¡Columpio! ¡El niño no sólo se remitía a un placer suyo concreto, sino que, de entre todos los placeres suyos concretos, había sabido escoger aquel que era nombrado por la mejor palabra! ¡La más hermosa! ¡Columpio! ¡Admirable!

¡Ah, no se andan por las ramas nuestros perversos polimorfos! ¡Al grano, al grano! ¡Pequeños nerones! ¡Tiberios con chupete!

13.10.08

Confidencias de medianoche

Anoche tuve esta simpática charla en el Messenger con una amiga (a la que llamaré Francis). Nos salió gramaticalmente impecable y no he tenido que corregir ninguna falta (aunque sí alguna ligera errata). He agrupado, cuando se daba el caso, las intervenciones seguidas de un mismo emisor. El efecto de leve desajuste en el diálogo recuerda a los retardos de las conversaciones intercontinentales, y es casi un rasgo literario propio del Messenger: que remite al encanto específico del Messenger.

* * *
Francis dice:
¿Qué planes tienes?

Montano dice:
Bueno, mi plan inmediato, si no tuviera familia ni gente a la que pudiera dolerle el suceso, sería pegarme un tiro. Pero como tengo familia y gente a la que puede dolerle el suceso, seguiré viviendo.

Francis dice:
Un tiro. Eso tiene que doler, creo.

Montano dice:
No me voy a suicidar por no daros el gusto: ¡pero es lo que estáis deseando todos! "Yo conocí a un tipo que se suicidó...": ¡qué bien quedaría eso en vuestras conversaciones! Pero no. Os vais a quedar con las ganas! Resistiré, duodinámicamente!

Francis dice:
No sé en qué saco me metes, pero te equivocas. Además, para suicidas potenciales, antes estoy yo, y no voy pavoneándome tanto de suicida potencial, tío.

Montano dice:
Eh, eh, no me saques ahora tu suicidio! Estamos hablando de mi suicidio! No seas copiona! Tiene huevos la cosa: estoy yo aquí con mi suicidio, y vas y me sacas tu suicidio! Ponte a la cola, guapa! Aquí hay una prelación!

Francis dice:
Es que siempre te las apañas para que toda la conversación tenga que ver contigo y tus jodidos problemas.

Montano dice:
Además, yo no tengo todos los millones esos que te han dado con el finiquito! Si yo tuviera tu finiquito, no estaría tan finiquitado como estoy!

Francis dice:
No tengo nada: los bancos van a quebrar y viviré en la calle, como todos.

Montano dice:
Es que ese es el tema que me interesa... ¿a ti no te interesa? Pensé que te interesaba también. Pero estoy abierto a cualquier otro. ¿Te apetece el coñazo del desfile? Lo mejor que se ha escrito es lo de Arcadi, ¿no te parece? Una vez más, lo mejor es lo de Arcadi.

Francis dice:
Negativo. ¿Por qué piensas que me interesa, en todo caso? ¿Crees que he nacido para ser la Sra. Francis de internet? Puedo hacer un blog personal. ¿Se gana dinero con eso?

Montano dice:
Pensé que te interesaba mi problemática. Pero gracias por decirme que no te interesa mi problemática. Gracias, ¿eh? De verdad: no sabes cuánto te agradezco que no te interese mi problemática.

Francis dice:
No he leído a Arcadi hoy. Ni a casi nadie. He tenido a 8 personas para comer. Me he pasado la mañana en la cocina, y el resto del día entre comida y sobremesa larguísima. Me interesa tu jodida problemática, rey.

Montano dice:
¡Ocho personas para comer! ¡Eso es opulencia! ¡Podríais fundar un nuevo clan de la tortilla y todo, que asaltara el Palacio de Invierno!

Francis dice:
Eres un jodido llorica y yo te soporto: deberías agradecerme cada segundo que te dedico desinteresadamente, en vez de ponerte tan chulo.

Montano dice:
De todas formas, he decidido que no volveré a hablarte de mi problemática. A partir de ahora, hablaremos de temas más generales. O incluso, si tú quieres, de tu problemática: porque a mí sí me interesa tu problemática. Quizá no me interese tu problemática tanto como mi problemática, pero lo cierto es que sí me interesa tu problemática.

Francis dice:
Mientes.

Montano dice:
Cómo te atreves a decir eso? Tu problemática me interesa muchísimo. De hecho, me conozco toda tu problemática: ¿y cómo iba yo a conocerla si no me interesara?

Francis dice:
Te importa un carajo mi problemática. Y aun diría más: te importa un carajo la problemática de cualquiera. Fuera de tu propia problemática, el resto de las problemáticas del mundo te la soplan.

Montano dice:
Te equivocas radicalmente. Yo siempre me he interesado por toda problemática posible e imposible. Soy un gran forofo de las problemáticas. No te voy a negar que, de entre todas las problemáticas, la que más me interesa es mi propia problemática. Pero no es la única. También me interesan todas las demás problemáticas.

Francis dice:
La respuesta es simple: por acumulación. Son años de escuchar un leve zumbido de mi persona, y ha dejado un poso suficiente como para permitirte creer que tienes alguna idea de mi problemática. Cuando lo cierto es que ni te acuerdas de mi puto cumpleaños.

Montano dice:
Tu problemática la conozco diáfanamente. Ahora mismo podría sacarme un doctorado y hacerme catedrático de tu problemática. Por el contrario, me apuesto un cojón a que tú apenas estás en primero de EGB de mi problemática. Tú has fingido siempre que te interesaba mi problemática, pero en realidad siempre has pasado de mi problemática. Por el contrario, yo siempre he fingido que pasaba de tu problemática, cuando en realidad siempre me he interesado por tu problemática.

Francis dice:
No tienes ni idea. Podría meterme en mi garaje y suicidarme con el coche en marcha y quizás alguien te preguntara qué me pudo impulsar al suicidio y tú contestarías que ni siquiera sabías cuándo era mi cumpleaños, y que de mi problemática no sabías nada, y que parecía una tía normal.

Montano dice:
No me acuerdo de tu cumpleaños por una sencilla razón: porque no considero que tu cumpleaños forme parte de tu problemática.

Francis dice:
Por acumulación, el cumpleaños acaba siendo una parte de la problemática de cualquiera.

Montano dice:
No, en absoluto. Sé lo suficiente de tu problemática como para comprender que ahora te metieras en tu garaje y te suicidaras con el coche en marcha. Lo entendería perfectamente. Tu problemática, desde luego, reclama un final así.

Francis dice:
Pero no es esa la cuestión, no: es que mi garaje sólo está cerrado por tres paredes, y la cuarta da al jardín. Es frustrante para alguien que quiere una muerte en su coche. Una no violenta, quiero decir. En todo caso, no me la das: sé la clase de capullo que eres, y que bailarías sobre mi tumba. No cuento contigo ni con tu problemática para nada.

Montano dice:
Con mi problemática no debes contar, desde luego, pero conmigo sí. Al fin y al cabo, a pesar de los pesares, aún no he sido subsumido por mi problemática. Hoy por hoy sigo siendo yo y mi problemática, no únicamente mi problemática. Hay un yo todavía, al margen de su (de mi) problemática. De todas formas, tu queja es una manifestación más de lo de clase media alta que es tu problemática: tu garaje tiene tres paredes, sí, de acuerdo. Pero mi garaje no tiene ni una sola pared, porque yo no tengo ningún garaje.

Francis dice:
Yo tampoco, en realidad. Es del banco. Y el banco puede acabar siendo del Estado, o vaya usted a saber. Quizás acabe siendo un bien social y tenga que compartirlo. Los tiempos están cambiando. Puede que acabe haciendo migas a la fuerza con los albano-kosovares.

Montano dice:
Al final no creo que me suicide. No está sólo la conciencia de la putada que el suicidio de uno sería para sus seres queridos: sino también una cierta curiosidad morbosa por qué va a pasar.

Francis dice:
Eso pienso yo siempre. Suicidarse estaría bien si uno pudiera seguir aquí echando un vistazo.

Montano dice:
Sí, pero no me refería tanto a qué va a pasar con el mundo como con uno mismo. Cómo era el famoso verso de Gil de Biedma?... “Porque la vida nos sujeta porque precisamente no es como la esperábamos".

Francis dice:
Tienes muchísimas más ganas de vivir que yo, querido. Llegarás a viejo.

Montano dice:
Oh, vamos a hablar ahora de tu problemática entonces?

Francis dice:
No, no: es domingo. No me jodas con mi problemática. Prefiero seguir con la tuya.

Montano dice:
No, ya me has cortado el rollo con mi problemática: ahora vayamos a tu problemática!

Francis dice:
Es hora de dormir. Prométeme que no vas a suicidarte, y yo te prometo que seguiré pendientísima de tu problemática.

10.10.08

Milton Banana

Con motivo del cincuenta aniversario de la bossa nova, EMI está sacando en cedé antiguos discos de la Odeon. Les recomiendo especialmente Milton Banana Trio, un elepé instrumental de 1965 que es una pura delicia. Milton Banana fue el baterista emblemático de la bossa nova, que participó en todos los momentos decisivos del movimiento: las primeras grabaciones de João Gilberto (incluida la mítica de "Chega de saudade" en 1958), el estreno de "Garota de Ipanema" en Au Bon Gourmet, el concierto del Carnegie Hall de Nueva York o el disco Getz/Gilberto. A propósito de este último, dice Ruy Castro en Bossa Nova. La historia y las historias que los anteriores bateristas de Stan Getz, norteamericanos, "daban la impresión de tener lumbago comparados con el ritmo y la elasticidad con que se desenvolvía Milton Banana". Otro disco imprescindible del instrumentista, y que a mí me gusta aún más que el mencionado, es The Rhythm and the Sound of Bossa Nova, de 1962, que reeditó Ubatuqui en 2000.

9.10.08

El aniquilador

Artículo de Álvaro Marchesi en El País. Álvaro Marchesi: probablemente el individuo que, él solo, a más españoles ha perjudicado después de Franco. Tras la devastación de nuestra enseñanza pública provocada por él, debería estar escondido debajo de una mesa, avergonzado, carcomiéndose por la culpa. Pero no. Está ufano. Va por ahí dándose aires y proclamando que la Logse necesita más años aún para que se vean "sus resultados". Este hombre no se da por satisfecho con el desastre: aspira a la completa aniquilación.

6.10.08

El sol de Google Earth



Al fin me he bajado la aplicación de Google Earth (¡soy un rezagado mundial!) y me he puesto a planear por el planeta. Primero, por los lugares conocidos y queridos del planeta. La experiencia es, al mismo tiempo, exaltante y nostálgica. Nostálgica por la biografía asociada a esas zonas. Exaltante por el sol unánime que lo alumbra todo. Sí, en Google Earth todo está iluminado, como en un límpido día platónico. De pronto aprendemos, con vértigo, que siempre fuimos felices. (Sufríamos, pero nos miraba el satélite; para él nunca hubo días nublados.)

2.10.08

Sombra transparente



En "Transparent shadow", de Chema Cobo, puede atisbarse el Gran Vidrio de Duchamp (quien, por cierto, murió el 2 de octubre de 1968). El cuadro será presentado hoy, junto con los demás de Eclipse, en la galería Antonio Machón de Madrid. Del texto escrito por el artista a propósito, entresaco estas líneas:
El color funciona cuando no distrae. Mi preocupación ha sido siempre la relación luz-color, color-luz. En la obra me interesa la luz y ahora especialmente. Cuando se pinta despintando, se impone la luz y el color queda soterrado, casi emboscado pero sigue trabajando al acecho. A veces los cuadros tienden a deslumbrar y a buscar ese momento impreciso de luz que se padece en un estado de tránsito entre la vigilia y el sueño o viceversa entre el sueño y el despertar. La nebulosa blanquecina que empaña todos los cuadros incita a un silencio que tamiza ese rumor, el del tiempo.

1.10.08

Correspondencia

Recibo este mail de un lector que firma como Jacobo Deza:
Estimado Montano,

No dejo de preguntarme día a día por un tema que me tiene atribulado: ¿de qué vive usted? Es decir, ¿cómo se gana los berberechos? Mi misión en esta vida es, sin duda, irme a Assilah a escribir una larga temporada, pero me doy cuenta de que al cabo de una semana finalizaría mi estadía por no disponer de crédito (¡bancario!) suficiente.

¿Consiguió usted una honrosa herencia familiar? ¿Ha vendido millones de copias de su traducción sobre la bossa nova? ¿de qué me he perdido por el camino?

Haga el favor, ilumíneme sobre su situación para entender que algún día, yo también, podré encontrar mi Assilah personal.

Saludos.

JD

He aquí lo que le he respondido:

No se fíe de las apariencias: lo mío está siendo un suicidio económico con todas las de la ley.

Saludos,
J. A.

30.9.08

La clave

Sigo enredado en la Península, y este fin de semana, sin comerlo ni beberlo, me he visto en el Hay Festival de Segovia. La consigna de mis últimos viajes venía siendo, rabiosamente, "¡Nada cultural!"; pero en éste se ha impuesto la cultura (aunque en realidad fui por encontrarme con una amiga). No ha estado mal, después de todo. Ha sido uno de esos viajes de varios días en que la partida es un amanacer y el regreso un anochecer, de modo que esos días diversos terminan pareciendo uno solo (un día simbólico y argumental, una jornada, con intervalos nocturnos). El acueducto de Segovia, que ya vi en 2002 (¡una cifra acueductoide!), lo he encontrado de pronto duchampiano (como casi todo últimamente, para qué nos vamos a engañar): esos dos niveles, el masculino y el femenino, separados por una horizontal, las oquedades, las transparencias (puertas y ventanas, o entrepiernas, o agujeros corporales), los gases, las luces que pasan, y el canal para la conducción del líquido. El acueducto, pues, como gigantesca máquina sexual. Ahora, además, hay unas grúas verdes que lo completan: aparecen al fondo, entre los huecos, rompiendo el paisaje pastoril.

Segovia estaba a tope, muy incómoda para pasear por el centro. Muchos transeúntes eran escritores; sobre todo Antonio Colinas, con el que nos cruzamos varias veces. Hace poco me estuve leyendo su ensayo sobre la Vita nuova de Dante: muy flojo, aunque me resultó útil. También andaba por allí Andrés Sánchez Robayna. Su poesía nunca me ha gustado, pero sus diarios sí: mucho. En otro momento vi a Juan Goytisolo, y pensé que en ese momento nos encontrábamos en Segovia el cien por cien de los escritores españoles que actualmente vivimos en Marruecos. Al final conocimos los tres lugares en que había conferencias: el teatro Juan Bravo, la sede de Caja Segovia y la iglesia de San Juan de los Caballeros. En el teatro tenía su gracia que, para avisar al público, ponían por los altavoces la grabación de siempre: "Señoras y señores, el espectáculo va a comenzar". Y entonces salían los escritores... El mejor que ha habido en la ciudad estos días, por cierto, ha sido un lugareño anónimo que, al indicarme el camino, me describió así el edificio de Caja Segovia: "Es grande, es gris y es de piedra". ¡Ni Azorín, macho!

En cuanto a las conferencias, el domingo fue el plato fuerte, con el diálogo entre Mario Vargas Llosa y el director de El País, Javier Moreno. A Vargas Llosa, que es mi favorito del boom con diferencia, ya lo había visto otras veces, así que mi curiosidad estaba en ver a Moreno. Siempre me ha llamado la atención lo poco que aparece en los medios audiovisuales, teniendo el poder que tiene. Me gustó su presencia, y cómo hablaba. Sus maneras eran ligeramente curiles, pero no traspasaban el umbral de lo que es, simplemente, buena educación y control del comportamiento en público. Sobre el contenido, me remito a lo que señalaba ayer Arcadi Espada en su blog. Añadiendo quizá, como ejemplo, el tendencioso artículo que El País le dedicó la semana pasada a Albert Boadella (el tal Borja Hermoso, con sus especulaciones sobre el bufón, se ha destapado como un perfecto cortesano). La acusación de Moreno, naturalmente, es verdad. Pero, como vemos, no es toda la verdad. En esta España nuestra de los sectarismos, hay verdad para todos. Hay verdad para dar y tomar. (¡Qué cansancio!)

El acto más divertido al que asistimos fue al del editor alemán Klaus Wagenbach (también especialista en Kafka) y Jorge Herralde, conducido por Malcolm Otero. Fue una conversación de amigos cómplices y algo achispados: muchas risas y simpáticas maldades relacionadas con el mundillo. Había un elemento cómico añadido: como la traducción iba algo retrasada, las risas del alemán o las provocadas por el alemán estallaban cuando ya se estaba diciendo otra cosa. Fue un encuentro encantador, y con unas manifestaciones de inteligencia difícilmente refutables. Algo diferente fue la conferencia de la australiana Germaine Greer, cuyo obra La mujer eunuco estuvo de moda en los setenta. La autora tenía una considerable empanada mental, pero muy bien elaborada. Es una fantástica oradora. No deja de sorprenderme la gente que suelta tópicos con tanta pasión y convicción. Tópicos y alguna que otra barbaridad, como cuando afirmó que "los españoles estuvieron a punto de conseguirlo en los años treinta". ¡En los años treinta! ¿Pero esa señora sabe lo que fueron nuestros años treinta? Ni siquiera el momento más gozoso, que fue el de la República, puede dejar de contemplarse hoy con impotencia y desolación. Aunque ella ni siquiera se refería a la "democracia formal" (donde la promesa, aun en el contexto de la siempre burda y brutal realidad española, tuvo al menos una cierta articulación pragmática), sino a los delirantes intentos revolucionarios de principios de la guerra. Su anarquismo feminista es muy emotivo (durante su discurso se golpeó varias veces el corazón), y en él puede contemplarse con notable transparencia el fundamento rousseauniano de todo anarquismo. Su fe en el buen salvaje le hizo hablar de "genes anarquistas" (en los españoles, nada menos) y de no sé qué impulso que le venía a ella de los aborígenes australianos. Germaine Greer, que participó en el Gran Hermano (supongo que Vip) inglés, puso como ejemplo de esos "genes anarquistas" españoles cierto plante de los concursantes del Gran Hermano español. En fin.

Pero el encuentro que más me hizo pensar fue el más aburrido: la entrevista de Manuel Rodríguez Rivero a Peter Schneider, autor de Lenz. La preguntas estuvieron bien, pero las respuestas fueron soporíferas. Por este motivo pude fijarme en el formato: la voz cansina del alemán, la traducción superpuesta (que escuchaba yo por los auriculares), igualmente cansina, y mecánica. Entonces algo hizo clic: recibí un magdalenazo que me llevó a los tiempos de mi adolescencia. Las noches de los viernes. Yo me empeñaba en que en la tele se pusiese la segunda cadena, y al final se quedaba sólo mi madre conmigo en el salón, haciendo punto en un extremo del sofá. Y yo veía la película y, sobre todo, el coloquio de La Clave. ¡La cultura! Salían alemanes como ese Schneider, con su hilo de voz en alemán y la voz mecánica del traductor encima. Eran, lo veo claramente, un coñazo. ¿Pero cuántas horas me tragué? Fue un viernes tras otro durante meses, durante años. Tipos hablando en alemán o en inglés o en francés (¡o en español, pero éstos ya sin traducción simultánea!) y yo escuchándolos aburridísimo, pero animado por la promesa de algo. Parecía que alguna luz iba a entreverse, de un momento a otro, por entre aquellos nubarrones grises... pero nunca ocurría nada. Lo más, alguna frase brillante por aquí, alguna observación curiosa por allá... Pero en lo sustancial todo permanecía oscuro. Muchas horas después llegaban las preguntas de los telespectadores, seleccionadas por un hombrecillo que aparecía en un recuadro. Merino se llamaba, lo recuerdo ahora. (Y el presentador, cómo no, Balbín.) El programa terminaba a las dos o a las tres. Mi madre hacía tiempo que se había ido a la cama. Yo me acostaba y a veces intentaba recordar algo del debate. Se me había olvidado todo. Quedaba sólo esa música monótona: la voz extranjera, la traducción superpuesta en español; ambas grises, prometiendo algo que no llegaba nunca. (El conocimiento, una luz, un bienestar.)

En el tren de vuelta tuve suerte: pusieron Melinda y Melinda de Woody Allen. Luego picoteé en Los pensamientos del té de Guido Ceronetti. (En el viaje de ida empecé En solitario de James Salter, y el viernes por la mañana compré en Madrid el Spinoza de Alain.) De entre los pocos aforismos de Ceronetti que pude leer (el Ave no dio para más), me quedo con este: "Carece de importancia que una mujer sea la puerta 'del paraíso'. Lo realmente importante es que sea una puerta. La angustia es el muro".